martes, 14 de noviembre de 2023

Kon_tradic(c)ión

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 Rubén Sánchez Domínguez

Foto: Grafiti, galería de arte urbano Semblanza cofrade. Sevilla, 2023
                              

 14-11-2023


En plena invasión de una prenavidad que cada vez llega antes (igual hay que pensar en triplicar el Adviento), y en un otoño con una densa efervescencia cofradiera en Salamora (y el resto del orbe), me ha dado por reflexionar sobre las kon_tradic(c)iones de la tradición, esa que tanto se enarbola en los contubernios kofrades, bien sea para defenderse de las críticas ‒externas o internas‒, bien para ciscarse en ella cuando interesa por algún motivo. Cierto es que la tradición es un constructo cultural, recibido, adaptado, gestionado, fabricado, en definitiva, traicionado, en ocasiones. Pero también es cierto que, con frecuencia, confundimos tradición con costumbre o localismo y lo elevamos al rango de las esencias irradiadoras, o profanamos, sin ningún tipo de complejos, cuestiones cenitales por una moda oportunista o el gusto de un lobi kofrade dominante.

Estas kon_tradic(c)iones afloran, a menudo, en los escenarios procesionales. La verdad es que no me deja de resultar curioso que a medida que va menguando la identidad y el espíritu cofrade, más se multiplican las procesiones, sobre todo las extraordinarias, que ya no son, como llevamos advirtiendo algunos años, garantía de éxito. Los kofrades con «k», encuentran su máxima expresión en esto que ellos llaman «desfiles procesionales», que hay que organizar, en los que se pueden llevar eso que ellos llaman «enseres» (y que puede traducirse en cualquier cachivache procesional no identificado). El caso es salir, lo de menos es el motivo y si tiene algún sentido, eclesial, devocional o litúrgico. Ningún evento puede ser completo si no hay un momento procesional y si, además, requiere el concurso de un buen puñado de kargadores o kostaleros, mucho mejor. ¡Donde va a parar...! Tanto es así, que, si por algún motivo el desfile se malogra, todo el evento se va al garete, ya nada importa, porque el momento estelar, el culmen kofrade no ha sido posible, bueno siempre quedarán los cubatas. Ya lo dijo un prócer de la cosa en la tele local de Salamora, con motivo de una festividad cofradiera fuera de la temporada alta, «esto para nosotros es como comer pimientos fritos en invierno» (sic), dejando claro el «gustirrinín» que generaba una procesión alejada del que, un ordinario del lugar ‒a quien Dios tenga en su gloria‒, denominó en una homilía, el «trimestre maldito».

Volviendo a las kon_tradic(c)iones, siempre he defendido que, en cuestiones culturales, es difícil ponerle puertas al campo y que lo que tenemos hoy, lejos de representar los estratos liminares de la cosa, es el fruto de un proceso de eclecticismo, tan complejo como interesante. Aun así, creo que hay niveles, cuestiones y contextos. Pienso que hay diferencias entre recuperar formatos cultuales perdidos –no tan ajenos‒ (y que nunca se perdieron en latitudes meridionales), y guiar un paso poniendo acento del Aljarafe cuando has nacido en Calvarrasa de Abajo. También me resulta curioso comprobar cómo, los que a veces ejercen ‒con agresiva vehemencia‒, de guardianes de las esencias salamorenses, emulen besamanos macarenos (como mero decorado videográfico, no se crean…, que la virgen se quedó con las ganas), o se vengan arriba con sones baratilleros.

Cofradías vacías, procesiones vacías, coronaciones vacías, cofrades vacíos, puro postureo vacío, olvidando la única tradición verdadera, necesaria y universal: la del signo y la del símbolo. Mientas tanto Salamora Norte está en un sin vivir, por la falta de Museo y la imposibilidad de cruzar el Puente de Piedra la próxima Semana Santa. Las esencias se desmoronan. Como ven, cuestiones transcendentales y de alto calado litúrgico…

Feliz y provechoso adviento a todos.


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