miércoles, 29 de noviembre de 2023

Sin cruz no hay gloria ninguna

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Vega Villar Gutiérrez de Ceballos

Jesús Nazareno | Fotografía: Pablo de la Peña


29-11-2023

 

Sin cruz no hay gloria ninguna,
ni con cruz eterno llanto,
santidad y cruz es una,
no hay cruz que no tenga santo,
ni santo sin cruz alguna.

(Lope de Vega)


El siglo de oro fue muy prolijo en obras de literatura cuajadas de temas profundamente religiosos unidos a la vida cristiana y al tema de la cruz. Así mismo, el barroco fue la época artística de máximo esplendor de la escultura procesional, de modo que el período que abarca los siglos XVI a XVIII en España fue una época en la que la espiritualidad se juntaba con la devoción popular.

Un ejemplo de exaltación religiosa de esa época es sin duda la Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno (entonces todavía no llevaba el apellido del Santo Entierro). Dicha congregación tiene un paso barroco del siglo XVIII cuya figura principal es Jesús Nazareno con la cruz a cuestas camino del Calvario y hace muchos años tomo como himno un poema de Lope de Vega cuyo tema principal es la cruz.

Las imágenes de nazarenos y crucificados son una tipología invariable, pero no podemos quedarnos en el mero tratamiento iconográfico que suscita devoción. Por lo general el artista busca generar emociones. Como dijo el antropólogo Julio Caro Baroja, el sentimiento religioso puede «encenderse» mediante la consideración de ciertos objetos, pero no debemos quedarnos en idolatrar bellas imágenes. Está bien llegar al sentimiento religioso a través de las imágenes, pero no banalizarlas.

¿Realmente entendemos qué representan los pasos que sacamos a la calle en Semana Santa? ¿O simplemente adoramos un trozo de madera bellamente tallado? Actualmente, sin duda, las procesiones tienen un componente estético, cultural, de tradiciones, turístico, pero si no somos plenamente conscientes de lo que representan, pierden su sentido. Si participamos en una procesión deberíamos hacerlo por un sentimiento religioso, como una vivencia de fe.

Cuando miramos una imagen de Jesús con la cruz a cuestas, tenemos que reflexionar sobre su significado, un ejemplo de sufrimiento, amor misericordioso, gratuito e inmenso. Si la cruz es lo que nos identifica como cristianos y la tomamos como símbolo, deberíamos tener una actitud ejemplarizante, esta tendría que ser el verdadero camino que deberían aceptar los hermanos cofrades.

Llevar una cruz en el pecho significa respeto a los hermanos, ayuda y perdón, es pedir resignación para aceptar todo aquello que nos tiene preparada la vida. Como decía Lope de Vega, «sin cruz no hay gloria ninguna».

Debemos ser conscientes de que todas las imágenes representan al hijo de Dios o a su Madre, con diferentes iconografías, ajustándose al gusto de cada época artística, adornando sus pasos con distintos estilos, cargándolos a hombros o a costal, pero siempre representando una misma realidad determinada. 


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