Vega Villar Gutiérrez de Ceballos
Sin cruz no hay gloria ninguna,
ni con cruz eterno llanto,
santidad y cruz es una,
no hay cruz que no tenga santo,
ni santo sin cruz alguna.
(Lope de Vega)
El siglo de oro fue muy prolijo en obras de
literatura cuajadas
de temas profundamente religiosos unidos a la vida cristiana y al tema de la cruz. Así mismo, el barroco fue la época
artística de máximo esplendor de la escultura procesional, de modo que el
período que abarca los siglos XVI a XVIII en España fue una época en la que la
espiritualidad se juntaba con la devoción popular.
Un ejemplo de exaltación religiosa de esa época es sin duda la
Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno (entonces todavía no llevaba el
apellido del Santo Entierro). Dicha congregación tiene un paso barroco del siglo
XVIII cuya figura principal es Jesús Nazareno con la cruz a cuestas camino del Calvario
y hace muchos años tomo como himno un poema de Lope de Vega cuyo tema principal
es la cruz.
Las imágenes de nazarenos y crucificados son una tipología invariable,
pero no podemos quedarnos en el mero tratamiento iconográfico que suscita
devoción. Por lo general el
artista busca generar emociones. Como dijo el antropólogo Julio Caro Baroja, el
sentimiento religioso puede «encenderse» mediante la consideración de ciertos
objetos, pero no debemos quedarnos en idolatrar bellas imágenes. Está bien
llegar al sentimiento religioso a través de las imágenes, pero no banalizarlas.
¿Realmente
entendemos qué representan los pasos que sacamos a la calle en Semana Santa? ¿O
simplemente adoramos un trozo de madera bellamente tallado? Actualmente, sin
duda, las procesiones tienen un componente estético, cultural, de tradiciones,
turístico, pero si no somos plenamente conscientes de lo que representan,
pierden su sentido. Si participamos en una procesión deberíamos hacerlo por un
sentimiento religioso, como una vivencia de fe.
Cuando miramos una imagen de Jesús con la cruz a cuestas, tenemos que
reflexionar sobre su significado, un ejemplo de sufrimiento, amor
misericordioso, gratuito e inmenso. Si la cruz es lo que nos identifica como
cristianos y la tomamos como símbolo, deberíamos tener una actitud
ejemplarizante, esta tendría que ser el verdadero camino que deberían aceptar los
hermanos cofrades.
Llevar una cruz en el pecho significa respeto a los hermanos, ayuda y
perdón, es pedir resignación para aceptar todo aquello que nos tiene preparada
la vida. Como decía Lope de Vega, «sin cruz no hay gloria ninguna».
Debemos ser conscientes de que todas las imágenes representan al hijo de
Dios o a su Madre, con diferentes iconografías, ajustándose al gusto de cada
época artística, adornando sus pasos con distintos estilos, cargándolos a
hombros o a costal, pero siempre representando una misma realidad determinada.
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