miércoles, 20 de diciembre de 2023

Semana Santa ombliguera

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 Lira Félix Baz

Foto: Pablo de la Peña

20-12-2023

 

Voy a ser sincera. Parece un contrasentido, porque estoy escribiendo una columna de opinión. En este espacio debo ser honrada como cuando estoy delante del confesor ‒entiéndase que no necesariamente tiene que pertenecer al clero‒. Me refiero con la afirmación del principio que cuando ideé esta reflexión estaba cómo enfadada y desde esa emoción es complicado escribir, porque se cavila muy poco cuando uno está molesto. Voy a compartir con usted, que me acaban de contar que la cultura en mayúsculas no tiene cabida en esta ciudad por parte de las administraciones que realizan la programación cultural para el 2024 en el Liceo. Y me cabreé.

Dice Jesús Málaga que Salamanca es una ciudad ombliguera, que le gusta mucho mirarse. Es bella, por lo que es lógico que se guste y reguste. Quizá por ello, muchas agrupaciones, entidades u organizaciones propias de la ciudad se deleitan y ensimisma en su propia observación y se lo crean.

Hace unas semanas, la Salamanca cofrade vivió una ritualización en el Liceo, un teatro que ha sobrevivido a tres siglos y que forma parte de la historia colectiva de los salmantinos. Acogió la ceremonia de presentación del cartel de Semana Santa ‒sorprende que las tres fotografías seleccionadas en la final, tengan un monumento arquitectónico que ayuda a que a la ciudad le otorgaran el título de Patrimonio de la Humanidad en 1988‒. Quizá algo tiene que ver el hincapié que se hace desde el Ayuntamiento capitalino a este título.

En la plaza del Liceo se pudo ver una muestra de las fotografías que concurrían al concurso. El montaje y la impresión de las imágenes procesionales tuvo un coste público de 5049€, más la ocupación del teatro, que abrir sus puertas, encender las luces, la calefacción, la limpieza y el personal tiene un coste. No es gratis. De hecho, los responsables no siempre están tan dispuestos a abrir las puertas para otras actividades culturales en mayúscula, como la que me cabreó a mí. 

El último pregonero de Semana Santa está muy empeñado en apoyar esta celebración por tierra, mar y aire. Tanto es así, que se olvida solicitar a los responsables de la limpieza que se desmantelen los vinilos con cofrades e imágenes presentes en la Rúa ‒desde hace varios años‒. Los salmantinos ya nos hemos acostumbrado a verlos. Es más, ya no nos vemos, pero los miles de visitantes que vienen en verano, con una temperatura de 40o a la sombra, deben de sudar más aún al ver tanto encapuchado. Por mucho que se empecinen desde el número 1 de la Plaza Mayor, la semana de Pasión charra no es de las más representativas de España. Eso sí, puede ser de las más ombligueras.

Lo de la Rúa no tiene nombre. Además de los pósteres hiperbólicos, tenemos contrafuertes que sujetan fachadas de edificios fantasmas. Esas estructuras metálicas, cual altares al Señor de la especulación inmobiliaria casan mal con la humildad que se le supone, como el valor al soldado, a los devotos de las imágenes que procesionan por la calle que guía al paseante de la Plaza Mayor a ver las Catedrales y el Palacio de Anaya, entre otros monumentos.

Con estas reflexiones me han surgido algunas dudas: ¿Es el Liceo un teatro para todos y de todos? ¿La presentación de un cartel de Semana Santa es un acto cultural que representa a todas y todos los salmantinos? ¿El Ayuntamiento de Salamanca apoya con el mismo entusiasmo ‒en dinero y cediendo espacios municipales‒ a otras confesiones religiosas? Los salmantinos ya estamos acostumbrados a verla, pero ¿qué pensarán los turistas al ver la Rúa? y ¿Por qué los cofrades de Salamanca no dicen nada con relación al mal aspecto de la Rúa, siendo esta una de las calles más importantes por donde procesionan?

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