viernes, 5 de enero de 2024

Epifanía 2024

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 Tomás Gil Rodrigo

Adoración de los Reyes Magos (Gentile da Fabriano, 1423; Galería Uffizzi, Florencia)

 05.01.2024

Estos días celebramos que Dios se ha hecho hombre, se le puede contemplar en la carne del Hijo, quiere decir que se ha hecho visible. Eso es lo que significa la palabra «epifanía». Dios es como nosotros: tiene un nombre, un rostro, una familia, un pueblo, unas circunstancias... No es una idea, o algo invisible e intemporal. ¡Dios es alguien!, porque nace en un lugar y forma parte de la historia, tal y como nos pasa a todos seres humanos: «Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes».

Dios es alguien y, por eso, se le puede encontrar y lo podemos buscar. Debemos ponernos juntos en camino y buscarle de todo corazón, según hicieron aquellos magos de Oriente, representantes a todo hombre y mujer que busca con sinceridad a Dios, sabiendo que se ha hecho visible en alguien, que se llama Jesús.

Según el relato de Mateo, no fue una tarea rápida y fácil encontrarle. Después de ver salir su estrella tuvieron que salir de su tierra, abandonar sus comodidades y seguridades. Se pusieron en camino juntos. Y necesitaron la ayuda de medios que les llevaran hasta él: la estrella y la Biblia. Detrás de estos dos medios Dios nos comunica dónde está. Esa es la razón por la que los cristianos debemos estar siempre buscando a Jesús y tenemos que estar atentos a lo que Dios nos dice por medio de los signos de los tiempos y de su Palabra. Todos tenemos la experiencia de que hay personas y acontecimientos, tal vez cercanos a nosotros, que tienen luz como la estrella de Belén, que nos señalan el camino para encontrar a Jesús; y la lectura-escucha de la Palabra de Dios en el hoy nos pone en el buen camino para acabar de ver y encontrar.

Los magos se sintieron al principio decepcionados. Pensaban que el rey de los judíos tenía que haber nacido en la ciudad más grande y religiosa, Jerusalén, y que debía proceder del hijo del rey de entonces, el rico y poderoso Herodes. Sin embargo, al llegar al palacio de ese rey tirano, se dieron cuenta de que no estaba allí. Tuvieron que rectificar y proseguir su camino hacia Belén, un lugar pequeño y apartado. Hasta aquí tuvieron que caminar para encontrar al verdadero rey. Ellos, que miraban para arriba, hasta las estrellas, tuvieron después que mirar a lo más bajo de la tierra. No era Dios el que se había equivocado, sino ellos imaginándose a un Dios grande y solemne como los reyes del mundo. No había rayos de oro sobre su cabeza, no cantaban los ángeles...

Solo encontraron un niño débil, recién nacido e hijo de pobres. Lo mismo que les pasó a los magos nos pasa a nosotros, que buscamos a Jesús por caminos equivocados. El camino para encontrar a Jesús es el que nos lleva al último lugar y a los pobres. Tendríamos que revisar desde esto cómo es nuestro encuentro con Jesús, si no vamos bajando más en la relación con los hermanos y si no servimos más a los pobres, entonces es que no le hemos buscado bien, no le hemos encontrado, porque por detrás estaban solo nuestros intereses de dinero y de poder. Le pedimos a Jesús que la fiesta de la Epifanía nos lleve a encontrarle de verdad, para emprender el nuevo camino que nos lleve a vivir en la Iglesia como hermanos, y que nos convierta en una Iglesia en salida y misionera, como a los magos, para anunciarle y hacerle visible en medio de nuestra humanidad y nuestro mundo.

 

 

 

 

 

 


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