miércoles, 24 de enero de 2024

Quiero ser intempestivo

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 Rafael López Borrego

Procesión del Cristo del Amor y de la Paz | Fotografía: Pablo de la Peña

24-01-2024


Giorgio Agamben escribió un texto bastante corto ‒tan solo tiene doce páginas‒ que se titula ¿Qué es lo contemporáneo? Allí nos viene a explicar que lo contemporáneo, o bien que ser contemporáneo, significa lo intempestivo, es decir ir contracorriente y no a favor de la misma. Es labor de cada uno desvelar los aspectos de oscuridad que se esconden tras una deslumbrante luz plagada de nuevos descubrimientos o inventos que hace poco tiempo nos parecerían increíbles.

Ello me ha recordado los primeros años que desfiló en Salamanca la cofradía del Cristo del Amor y de la Paz, auténtico revulsivo de una Semana Santa venida a menos, cuando esta cofradía fue capaz de enganchar de nuevo a una juventud que parecía alejada de este tipo de manifestaciones.

Utilizo la palabra manifestación porque quizás es la que mejor se adapta a esos primeros años de la cofradía, cuando los hermanos portaban carteles sacados de textos del Nuevo Testamento que trataban de remover el alma y la conciencia de aquellos que en la calle observaban el desfile procesional.

No eran para nada frases ofensivas, no se referían en concreto a ningún tipo de situación moral o política, pero eran pequeños textos que hacían reflexionar a la gente que los veía.

Los primeros años fueron bastante duros. La situación política era completamente distinta de la que tenemos ahora, pero algunos de los miembros de la hermandad fueron citados en el cuartelillo, para declarar, porque los hermanos de la cofradía portaban frases sacadas del evangelio. A cualquiera que se lo cuentes le parecería increíble. Es más, creo que pocos jóvenes serán capaces de entenderlo.

La fundación de la Internacional Situacionista se produjo en el año 1957, muchos de sus miembros y su principal cabecilla, Guy Debord, venían del letrismo, un movimiento cuya seña de identidad era escandalizar al público con vistas a conseguir un objetivo, posiblemente político. Los situacionistas decían una frase que siempre me ha llamado la atención: «El arte debe estar al servicio de la revolución». La mejor manera de representar esta idea se produjo durante la revolución del mayo francés en el año 1968, cuando miles de estudiantes, a los que se unieron varios huelguistas de diferentes fábricas, fueron capaces de paralizar el país para pedir unas mejores condiciones de vida y de trabajo. Muchos de ellos portaban pequeños carteles donde se podían leer frases que aludían a vida cotidiana y rezaban: «Prohibido prohibir», «Sed realistas, exigid lo imposible», «Somos demasiado jóvenes para esperar», «La imaginación al poder» o «Pensar juntos, no. Empujar juntos, sí».

Ahora me pregunto, reflexionando sobre el momento en que vivimos, si no tenemos nada que reivindicar, si algunas procesiones de Semana Santa no tienen nada que decir sobre las situaciones de desigualdad que vivimos, si las frases del evangelio no son una guía para mover las conciencias, si acudimos a la procesión para ver los mismos pasos año tras año o queremos algo más. Finalmente, si deseamos ser intempestivos, como dice Giorgio Agamben, o conformistas. Estaría bien darle una vuelta a todo esto porque hay muchas necesidades y muchas situaciones injustas que requieren una llamada de atención. Ahora nadie nos va a llevar a declarar al cuartelillo por hacer algo así.


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