viernes, 1 de marzo de 2024

La madre de los Zebedeos

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 Pedro Martín

Salomé, obra de Ángel Luis Iglesias | Foto David Martín


 

 

 01-03-2024
Primer viernes de marzo

«Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo
con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo» (Mt 20,20)

Hoy es mi gran día de fiesta. Se podría decir que es como si celebrara mi cumpleaños, aunque no sepa muy bien ni mi día, ni mi año de nacimiento. Si tuviera redes sociales o aplicaciones de mensajería de esas que utilizáis con verdadera fruición, tendría ya desde anoche miles de mensajes, sobre todo en esos grupos despersonificados que os invaden. Pero yo soy más del trato personal.

Me gusta tanto el trato con vosotros que, una vez al año, bajo y estoy más cerca, para que no tengáis que subir los escalones, que a algunos ya le van pesando. Y bajo esperando ese contacto cálido, de manos, de labios, de miradas, de pañuelos, de estampas con mi pie derecho. A veces largos y reposados, y otras veces casi furtivos, como si no me quisierais ni mirar ni tocar. Pero para mí, todos son igual de importantes.

Me alegra que vengáis tantos a mi fiesta, año tras año, con cariño y devoción, con curiosidad, con peticiones y agradecimientos. Pero, como os digo, yo soy más del trato personal y, para tener trato con alguien, hay que mantener una relación constante con él, mantenerla en el tiempo, cultivando una amistad entre tú y yo, para que tengamos algo de confianza y nos contemos nuestras cosas. Tú tienes mucho que contarme y yo, si escuchas un poco, tengo mucho que decirte.

Estoy todo el año aquí, allí arriba. Paso muchos ratos solo, cada vez más, pero no me siento solo, estoy a la espera de que vengas a mí, a tener un rato de oración a mi lado, para que yo te pueda ayudar en tu vida. Te espero, siempre te espero, y no te pido nada a cambio. Pero me entristece que no vengas. Sé que lo necesitas.

Solo tengo que advertirte que mi plan quizá no sea tu plan. Te pongo un ejemplo: vino la otra tarde la madre de los Zebedeos, Salomé. Quería pedirme para sus hijos los mejores puestos. Eso no está en mi mano, depende de mi padre. Quizá confundió mi Reino con los «reinos de este mundo». Pero sí te puedo decir que, para estar conmigo, el único camino es beber mi cáliz. Ellos estuvieron dispuestos, ¿lo estás tú?

Seguro que vendrán más pidiendo puestos de relevancia, ¿quieres tú uno? Pues te digo que el primero, el más relevante, debe ser un esclavo, pues hemos venido a servir y no a ser servidos. ¿Estás dispuesto a abrazar mi cruz, tu cruz? Es lo que te ofrezco.

Yo no he venido a ser servido, sino a servir, y a dar la vida en rescate por muchos. Por eso hoy estoy aquí abajo, para ofrecerme a vosotros como esclavo, como cordero manso que es llevado al matadero.

 

 

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