Penitente de la Cofradía de Cristo Yacente | foto: Adrián Prieto |
22-03-2024
En la cruz está la vida
y el consuelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.
(Sta. Teresa)
Pues no tenía yo ganas de Semana Santa este año ya, y más después de un año en barbecho impuesto por voluntad propia, poniendo unos 400 km de por medio por si en el último minuto venían los arrepentimientos, cosa no descartable en absoluto, que me conozco. Tirando de refranero español, nunca llovió que no escampase (no quisiera yo atraer con este dicho a la lluvia, Dios me libre esta semana), y ahora llega el momento de recoger los frutos sembrados y volver a abrazar esas sensaciones únicas que solo experimentamos aquellos que vivimos esto con ese especial entusiasmo y emoción.
Mañana quiero disfrutar de la perfección hecha procesión en la calle; y al día siguiente, deseo volver a sentir (igual que ha denominado a su proyecto la hermandad, este año os habéis superado) y presenciar la auténtica felicidad reflejada en esos pequeños rostros saliendo con sus palmas anunciando por cada rincón de la ciudad que Jesús está haciendo su entrada triunfal en Jerusalén. Y seguro que vuelvo a emocionarme con aquella chica de la Hermandad del Perdón acompañada de su bastón por un lado y de la mano de su familiar y guía por otro. Lo esencial es invisible a los ojos.
Buscaré, bien entrada la noche del Lunes Santo, entre el ruido del silencio reverencial, por esas callejuelas en las que casi ya no acompaña nadie al desfile procesional, alguna que otra mirada cómplice, de esas que dicen: la carga es pesada, pero todo va bien; y como ya viene siendo habitual desde hace algunos años, el martes estaré martirizándome durante toda la salida penitencial por no ser parte de la misma… Rubén, algún día lo conseguirás, lo prometo.
El miércoles, hermana, será una fecha de las de no olvidar nunca, no solo para ti, estaré al lado siendo tu fortaleza y aliento en los momentos de flaqueza. Por favor, por favor, ¡que no llueva! Y a las pocas horas, celebraré el día del amor fraterno, el día de las promesas, ofrendas, esfuerzo, sacrificio… en el que el trabajo de meses se exteriorizará en forma de procesión sencilla, digna, perfecta. ¡Bendita locura!
Y sin darme casi cuenta, ya será viernes, ¡qué desfachatez por parte del tiempo pasar tan rápido!, y aunque no quiero que acabe nunca, el cansancio ya será acuciante. Toca sacar fuerzas de donde casi no quedan porque ¿qué es una Semana Santa en Salamanca sin una buena tarde de Viernes Santo con pasos por doquier y gente abarrotando la ciudad?
Llegará el sábado, el día de la hermandad de barrio por excelencia, ese mismo que, año tras año, haga frío, sol o llueva (o nieve, que también se nos ha dado el caso), nos abraza y se vuelca con nosotros. Será una jornada especial, para ti porque cumplirás tu promesa, para mí, porque desde el silencio, me pondré en la piel de aquel Simón de Cirene de nuestro tiempo.
Remataré este ciclo esplendoroso celebrando la Pascua de Resurrección con ese buen sabor de boca de un intenso peregrinaje que llega a su fin. Nos espera una semana espectacular… Dichosa Semana Santa para todos y feliz Pascua de Resurrección.
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