viernes, 29 de marzo de 2024

Los instrumentos de la Pasión de Cristo

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 Tomás Gil Rodrigo

Los instrumentos de la Pasión de Cristo en Peñaranda de Bracamonte

 

 29-03-2024

El pregón de la Semana Santa de Peñaranda, el cual me pidieron que diera este año, consistió en animar a participar desde el sentido que tienen las procesiones de estos días. Especialmente me centré en aquella que aglutina en Peñaranda a todas las cofradías y procesiones, la del Santo Entierro del Viernes Santo. Desde una mirada creyente, presenté esta procesión como símbolo de la presencia actual de Jesús con su Iglesia, invitada a salir con él para recorrer las huellas de su camino pascual, atravesando las calles donde vive, goza y padece la humanidad de nuestro tiempo.

Fui describiendo los distintos pasos de las imágenes de Cristo, al que le sigue su madre María en sus distintas advocaciones. Sin embargo, al final, repasando lo que había escrito, me di cuenta que me faltaban unas imágenes aparentemente sin importancia debido a su sencillez y pequeñez. Se trataba de los instrumentos o insignias de la pasión que portan los niños y niñas de Peñaranda, delante del Cristo de la Cama, de los cuales me atrevo a recordar entre otros: la columna de la flagelación y encima el gallo de las negaciones de Pedro, el cuadro del paño de la Verónica con el rostro paciente de Jesús, el martillo y los clavos con los que fijaron sus pies y manos a la cruz, la cartela del INRI, la esponja atada a la caña para darle de beber vinagre, la lanza que traspasó su costado del cual manó sangre y agua, la escalera para el descendimiento… Y, por supuesto, destacar la pesada y grandiosa cruz, llevada por un hombre robusto, en torno a la cual giraban todos los niños con los instrumentos de la pasión en sus manos. Actualmente estos objetos de la pasión se encuentran recogidos y portados en unas andas pequeñas llevadas todavía por los más pequeños.

Sin duda la presencia de estos instrumentos de la pasión responde a algo heredado de hace siglos, confirmando la existencia de una antigua procesión del Viernes Santo, que comenzaba tras una sentida y realista representación sacra de la pasión de Jesús, que tenía de imagen central a un crucificado articulado, el cual podía ser elevado en una cruz y después ser desclavado y descendido solemnemente, para ser depositado dentro del ataúd transparente, cuyo interior tiene los elementos de una cama, porque allí debe descansar Cristo tras la dura pasión que le ha conducido a la muerte. Mientras sucedía esta representación las palabras de un orador invitaban a profundizar, meditar y conmoverse ante el sacrificio que tuvo que pasar el Señor por amor hasta dar la vida para lograr nuestra salvación. Por eso, no es casualidad que en la vara y el escudo de los cofrades del Cristo de la Cama aparezcan recopilados todos estos instrumentos que recuerdan la pasión del Señor, por medio de los cuales Cristo ha conseguido vencer el pecado y muerte de la humanidad.

Parece contradictorio y una vergüenza mostrar y sacar a la calle los instrumentos de la pasión el día de Viernes Santo, porque le llevaron a Jesús al dolor y el fracaso de morir solo y abandonado en la cruz. Sin embargo, asombrosamente se han convertido en las armas con las que Jesús derrotó el pecado, el dolor, la injusticia, la opresión y la mentira de la humanidad. San Pablo explica cómo es posible esto a través de estas palabras con las que alentó a una comunidad que no sabía qué hacer con su pequeñez y debilidad: «Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados, judíos o griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1 Cor 1,23-25). Hoy, por lo tanto, es un día para gloriarnos de los instrumentos de la pasión de Cristo. 

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