martes, 23 de abril de 2024

A él, que es el amor

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 F. Javier Blázquez

Acto del Poeta ante la Cruz | Foto: Pablo de la Peña

23-04-2024


Con eso de habernos adentrado en un tiempo litúrgico distinto, da la impresión de que el Domingo de Pasión queda un poco alejado. Es percepción, porque fue el 17 de marzo está todavía a tiro en la hoja del calendario y ese día, para mantener la tradición, tuvo lugar El poeta ante la cruz. Incluyendo la edición extraordinaria, era ya la cuadragésima vez que se recitaban versos ante la imagen del Cristo de la Agonía Redentora.

El poeta ante la cruz hace años que quedó consolidado como el acto cultural de mayor prestancia de cuantos organizan las cofradías salmantinas y es también una referencia para la poesía religiosa en España. Soledad Sánchez Mulas, poeta en 2014, en una entrevista realizada por Abraham Coco llegó a afirmar que «El poeta ante la cruz es un acto que llegará a estar en los libros de literatura». No tendrá razón, lamentablemente, porque todos sabemos cómo está el panorama cultural y educativo, pero dejó para la posteridad una cita que nunca se olvida y sirve para recordar, una y otra vez, la relevancia del evento.

Este año fue Mónica Velasco quien recitó sus versos ante él ‒el Cristo de la catedral‒, que es el amor. Ese fue el hilo conductor de un poemario en el que Asunción Escribano ha descubierto la fusión del corazón, el aire y las palabras. No se puede decir más con tan poco.

El poemario exuda lirismo de principio a fin. En todas sus palabras aflora la sensibilidad y delicadeza de la autora. Incluso en los momentos más dramáticos de esa Pasión que encuentra entre la naturaleza, presente en toda la obra, la ternura se impone sobre lo tremendo. La imagen de la golondrina limpiando el rostro ensangrentado, mientras caen como rosas las espinas a la tierra, es la más explícita. Los espinos aparecen varias veces, pero besan tanto como llagan, llega a escribir en el poema que dedica al Cristo de la Agonía Redentora. La mayor profundidad nos llega en cambio cuando aborda el momento de la muerte de Dios. «Huele a tormenta y los labios / incienso, madera, son silencio. / Se han callado como piel de espuma, / como zarza que arrasa las costuras / de la piel». La muerte cobra sentido al sentir «dolor por la sangre de los justos, / llanto por los niños muertos […] Se escapa de tu aliento la vida / a ser más vida».

Mónica Velasco es una buscadora de Dios y lo ha encontrado en la naturaleza. Ella, que camina y medita por las riberas de los ríos y los campos que circundan la ciudad, contemplando las plantas, escuchando el canto de los pájaros, va conservando los recuerdos y los deja macerar en su mente y corazón. Después, ya en el silencio de su mismidad, ante la imagen de Cristo crucificado, la palabra va tomando forma y se transforma en oración. Se puede orar de tantas maneras… San Juan de la Cruz, en su Cántico espiritual, personifica a la naturaleza y da voz a sus criaturas. Es la búsqueda del amado, que al final se manifiesta y se encuentra y de él se goza entre la espesura mientras se aspira el aire y canta el ruiseñor. Alguna evocación de todo ello encontramos en el poemario de este año, A ti, que eres el amor. La búsqueda de Mónica Velasco, como en el de Fontiveros, culmina también con el encuentro… «y allí dentro / muy dentro de ti / encontrarás la lumbre silenciosa de los mares / la música oscura de los astros / la claridad eterna del amor».

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