Nuestra Señora de la Soledad sale de la catedral bajo la lluvia |
22-04-2024
Subía
por la calle Varillas y a mi lado un grupo de adolescentes. Uno de ellos, el
más avalentonado iba diciendo: «A ese, le pego una leche que le cambio el signo
del zodiaco». Lo siento, pero me hizo sonreír de la barbaridad que acababa de
escuchar.
Con
esta media sonrisa me sorprendió una conocida. Le conté la anécdota y le
pregunté qué tal. Me dijo que todavía estaba sobrecogida, no me podía explicar
las sensaciones que tenía en el pecho después de no haber podido procesionar,
debido al mal tiempo.
Del
desconsuelo pasó a la indignación al contarme que había ido a la catedral a ver
a la Soledad, porque intuía que no saldría esa noche. Cual sería su sorpresa al
escuchar que la Soledad, sí saldría, porque «la Señora tiene ganas de salir».
Esa fue la explicación que le dieron.
¿La
Señora? Hablamos de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, obra de Mariano
Benlliure, que procesiona la Hermandad de Nuestra Señora de La Soledad.
Los
valores de la buena madre son la humildad, la fortaleza, la atención, la sencillez,
la paciencia, la fe, el respeto, la disponibilidad, la amabilidad, la
generosidad… Nada que ver con ver sufrir a los que la veneran.
Quizá
no era la Señora la que quería salir, eran más bien los que la acompañaban el Sábado
Santo a medianoche y las cuatro horas siguientes.
Ese
empeño de abrir la Puerta del Obispo de la Catedral Nueva, para que saliera, se
vio truncado por el tiempo, que a veces es impertinente y no acompaña. Tantas
veces se invoca al Altísimo para que contribuya a servirnos un buen parte
meteorológico, que quizá ese anhelo estaba más emparentado con la vanidad y el exhibicionismo
que con la devoción. De hecho, cuentan las malas lenguas que algunos hicieron
alarde de masculinidad, sin pararse a pensar que esa es la parte más débil y
dolorosa que tiene un hombre.
¿La
Señora tenía ganas de salir? ¿Seguro? Hagamos un superlativo ejercicio de
imaginación y atribuyamos a la imagen pensamientos. ¿Querría dañar la obra de
arte? ¿Querría que los cofrades se enfriaran y enfermaran? ¿Estaría dispuesta a
que por un resbalón cayera un bracero y con él los demás y provocar así un
accidente?
En
este punto, se me ocurre que, en esa madrugada, a más de uno y una le vinieron
a la mente expresiones como: Fíate de la
virgen y no corras; Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy o
aquello de: ¡Oh,
Virgen del Buen Consejo, ayuda al más pendejo!
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