17-04-2024
Apenas pasan unos días de la
octava de Pascua y los cofrades aún seguimos con la desintoxicación de lo que
para todos nosotros suponen esos días santos. Porque, queramos o no, la resaca
que sucede a la borrachera provocada por todos esos sentimientos que hemos ido
acumulando de Ramos a Pascuas va saliendo poco a poco de nuestro cuerpo.
Comentarios sobre esto o
aquello, aquí o allá. Que si unos se mojaron porque quisieron mientras que
otros no salieron y no se hubieran mojado de haberlo hecho. Que por qué lo de
acortar recorridos cuando ya no había riesgos o que, mientras la lluvia
arreciaba, al menos deberían haber llevado las imágenes hasta la puerta del
templo para poder ser vistas por quienes aguantaron la decepción de esperar
sabiendo que no habría procesión. Que si el acto dentro de la iglesia debió ser
íntimo o tenía que haberse abierto al pueblo, que para eso soportan
estoicamente esos momentos de indecisión hasta que todo está decidido. Que si
esto o que si lo otro, todos hacemos nuestros análisis más o menos sesudos,
fundados, vehementes o pausados, casi siempre junto a un humeante café o entre
los vapores de destilados que acompañan a cualquier reunión cofrade que se
precie (dicho sea sin atisbo de menosprecio).
En fin, que se nos ha pasado
una Semana Santa que apenas ha durado tres días concentrados y ya nos
disponemos, entre comentario y comentario, a prepararlo todo para que esté
listo y dispuesto en perfecto orden de salida, no vaya a ser que se aceleren
los deseos papales y tengamos que celebrar los Ramos en bermudas y chancletas,
que nunca se sabe… y hay que estar preparados para cualquier eventualidad.
Y entre unas cosas y otras,
los miembros de la Tertulia que ampara y sostiene esta página digital, también
nos hemos visto, con café y copa, para comentar lo acontecido en la Semana
Santa. Análisis sosegado no falto de crítica, por supuesto, pues somos y nos
sentimos cofrades como los que más.
Pero también, después de
estas euforias postpascuales, caemos en la cuenta de que se nos acaba el curso
y de que en apenas un par de meses andaremos, quien más quien menos, con la
mente puesta en los exámenes de fin de curso, en las vacaciones veraniegas o en
el verano sin más, aunque no haya vacaciones. Y así, son los tiempos en que
esta Tertulia cofrade, tal como lleva realizando desde hace tantos años que se
ha convertido en algo tradicional —si no institucionalizado—, se reúne para
decidir si entre los candidatos propuestos, hay quien tenga los méritos suficientes
como para hacerse acreedor del Galardón anual «Francisco Rodríguez Pascual». Y
así se ha hecho para con la candidata Isabel Pantaleón Rodríguez, restauradora
salmantina cuyos vínculos con la Semana Santa de esta ciudad y de su provincia
son conocidos por cualquiera que se mueva mínimamente en los ambientes cofrades
y más que suficientes como para ser la persona galardonada en este año 2024.
No puedo decir que mi
relación con Isabel Pantaleón sea íntima, ni siquiera estrecha, lo que, más
allá de ser algo que tengo que arreglar más pronto que tarde, me permite hablar
de ella sin el sesgo de la amistad o de la deuda de favores.
Hasta donde yo sé, y esos
son sus méritos, Isabel es una profesional de la restauración artística cuya
implicación con la Semana Santa, con las cofradías y sus imágenes, con la Junta
de Semana Santa o con otras instituciones, hace tiempo que fue mucho más allá
de lo meramente profesional, avalado por un currículo que impresiona a quienes
lo conocen, implicándose de forma personal y las más de las veces
altruistamente, en actividades de cuidado, mantenimiento, recuperación y
restauración de imágenes procesionales con el cariño de quien ve en ello mucho
más que la posibilidad de ganarse unos cuartos.
Hasta donde yo sé, Isabel
Pantaleón es una persona afable y cercana que se presta a echar una mano sin
mostrarse interesada. Resuelve consultas y dudas, responde a preocupaciones
cofrades y se preocupa, más allá del prurito profesional, por que nuestras
imágenes estén en las mejores condiciones. Y si alguna necesita un repaso, ahí
está ella para decirlo, aunque eso apenas le suponga algo más que la
preocupación sincera por el bienestar de esas tallas.
Hasta donde yo sé, Isabel
Pantaleón es una excelente persona para la que todos tienen palabras amables,
enamorada de la Semana Santa mucho más allá de su faceta profesional, que ha
hecho por nuestra Semana de Pasión sobrados méritos como para que mis
compañeros contertulios y yo mismo, hayamos pensado en la idoneidad de esta
mujer para recibir el homenaje de nuestra asociación en la forma de Galardón
«Francisco Rodríguez Pascual 2024».
Seguro que muchos cofrades
compartirán mis escasos pero contundentes argumentos. Por eso lo celebraré con
más énfasis. Sea enhorabuena.
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