viernes, 26 de abril de 2024

Protocolos

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 Jesús A. Alonso Cuesta

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 26-04-2024

 

Hace exactamente 79 años, el genial periodista sevillano Manuel Chaves Nogales escribió, en el diario Ahora, una de esas frases que pasan a la historia y se convierten prácticamente en un axioma: «Los dos enemigos natos de la Semana Santa son el Cardenal y el Gobernador, el representante de la Iglesia y del Estado. El buen capillita se pasa la vida hablando mal de ellos y protestando contra sus decisiones».

Mucho ha llovido (especialmente esta Semana Santa) desde esa brillante frase de don Manuel, mucho ha cambiado en la relación entre las hermandades y la curia y el poder civil. Especialmente ha cambiado el trato entre el Gobierno Civil (actualmente Ayuntamiento y en menor medida Junta de Castilla y León) y nuestras cofradías. La principal culpable fue la dictadura franquista y su nacional catolicismo que auspició, y protegió hábilmente una tradición claramente popular (también hace ochenta años Núñez de Herrera escribió la genial frase «No hay inconvenientes para que los sindicalistas se sientan nazarenos. Bajo el capuchón la CNT y en los estandartes el SPQR». Gracia pura.

Con la llegada del aperturismo franquista, muchas de estas hermandades, creadas al amparo de la ideología del régimen, sufren graves crisis e incluso algunas su desaparición. La democracia y el régimen del 78 saben ver el potencial de estas celebraciones, especialmente desde el punto de vista turístico, y las trata de potenciar y fomentar hasta resultar, en algunos casos, imprescindible la aportación civil para la gestión ordinaria de las hermandades.

La relación con la Iglesia ha variado menos, al menos en nuestra diócesis, con grandes periodos de indiferencia entre ambos actores y un pacto de no agresión que realmente supone un continuo desgaste para los cofrades más cercanos a los dictados de la Santa y Madre Iglesia que, todo sea dicho, no son muchos, aunque sí posiblemente muy validos.

Una vez realizado este necesario introito, quizás en exceso extenso, quería comentarles un hecho que, en mi opinión, no deja de ser preocupante o cuanto menos, llamativo. Me refiero a las llamadas a un tercer poder que aparecen, por parte de varios hermanos mayores de nuestra ciudad en la edición de La Gaceta Regional de Salamanca de 1 de abril de 2024 y que paso a transcribir a continuación:

Delfino Montero (hermano mayor de la Hermandad Dominicana): «Este año tiene que servirnos para que desde la Junta de Semana Santa se elabore un protocolo de suspensiones para evitar errores y que todos caminemos en la misma línea», aunque también añade que «cada hermandad tiene su idiosincrasia y plenos derechos para actuar como vea conveniente».

José Manuel Canal (hermano mayor de la Hermandad de Jesús Flagelado) pide «que la Junta de Semana Santa tenga potestad para ayudar a las hermandades a decidir en un momento en el que los hermanos mayores suelen tener presión de sus propios hermanos. Es importante que la Junta tenga más poder en caso de cancelaciones, porque si se producen actos arriesgados y esas imágenes se dañan, la Junta ayuda en las restauraciones y esas las pagamos todos».

Gregorio García (hermano mayor de la Hermandad de Jesús del Vía Crucis) plantea: «Que la Junta fomente la unidad de las cofradías, independientemente de su idiosincrasia».

Tratando de hacer un resumen aséptico de esas declaraciones, parece claro que al menos el 16% de los hermanos mayores de nuestra ciudad, en mayor o menor medida, desean que se imponga un tercer poder, que decida incluso cuando procesionar si el día amenaza lluvia. Esta postura, no sé hasta qué punto refrendada por parte del resto de hermanos mayores, no deja de demostrar inmadurez e incluso veo algún reflejo cainita.

Pero volvamos a la primera propuesta realizada en este caso por el hermano mayor de la Hermandad. Dominicana, la creación de un protocolo «antilluvia». La RAE. define el protocolo, en su tercera acepción. de la siguiente manera: Conjunto de reglas establecidas por norma o por costumbre para ceremonias y actos oficiales o solemnes.

Ignorando la paradoja de que se pretendan imponer nuevas normas, cuando se incumplen sistemáticamente las ya existentes, resulta difícilmente entendible que deseemos constreñirnos más allá de las limitaciones propias del orden civil y eclesiástico.

La Junta de Cofradías, como muy bien la definió un expresidente de esta, se ha convertido en una especie de organismo autónomo (perdonen el tecnicismo pero la cabra tira al monte) del Ayuntamiento de Salamanca para la difusión de nuestra Semana Santa, y muy bien que hacen esa labor, posiblemente llevándolo a cotas nunca antes imaginadas. El caso es que este llamamiento al tercer poder contrasta con la oposición que otros presidentes sufrieron cuando quisieron alterar horarios, recorridos o jornadas.

En fin, esperemos que sean ideas fruto de una de las peores semanas santas de nuestra vida y no pasen de ahí. Servidor no puede hacer otra cosa que darles las gracias por leer las pequeñas reflexiones vertidas en este gran y único espacio de opinión de la Semana Santa de Salamanca y si ustedes quieren, nos leemos en septiembre (siempre que al director no sucumba a la tentación de crear protocolos).

 

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