lunes, 29 de abril de 2024

Reivindicando

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 Julián Alcántara Isidro

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 29-04-2024

Fue en el año 1996, cuando un grupo de hermanos mayores y representantes de sus cofradías decidieron que nuestra Semana Santa necesitaba un cambio. Llevábamos años estancados y, por consiguiente, solo nos acordábamos de este cambio cuando llegaban las fechas señaladas.

Previamente, un grupo de cofradías (Dominicana, Silencio, Huerto de los Olivos, Vía Crucis y Yacente) organizaban unos actos denominados «Pórtico de la Pasión». Al secretario ejecutivo de la Junta Permanente de esa época no le hacía nada de gracia, le sacaba de sus casillas e incluso intentó boicotearlos. Nacía pues el germen que daría lugar a la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa, pero previamente había que elaborar unos nuevos estatutos, adaptados al nuevo Código de Derecho Canónico.

Durante todo el verano de 1995, una comisión de hermanos mayores y representantes de las cofradías, previamente elegidos, elaboraron unos estatutos no exentos de polémica, debido al cambio que suponían respecto al anterior reglamento. De ahí la no aceptación a este cambio por parte de algunas cofradías. Después de su aprobación había que proceder a nombrar al primer presidente laico de nuestra Semana Santa. Conviene recordar que, según el anterior reglamento, que no estatutos, el presidente era el obispo de la diócesis.

Después de un arduo trabajo y un proceso electoral en el que no faltaron las malas maneras, se presentaron dos candidaturas. Una la encabezada Bernardo García San José, hermano mayor de la Seráfica Hermandad, y la otra Julián Alcántara Isidro, hermano mayor de la Real Cofradía de Cristo Yacente. Resultó elegida esta última.

En ese momento nace la Semana Santa que hoy, con algunos pequeños cambios, conocemos. La juventud, junto con la experiencia, llegaba para regir el devenir de la Semana Santa Salmantina. Los comienzos fueron muy difíciles. La Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz abandonó de motu propio la Junta de Semana Santa y esta se encontró totalmente dividida, con ocho cofradías por un lado y seis por otro, pero poco a poco, con criterios totalmente diferentes y una trasparencia total en todos los ámbitos se recondujo la situación.

El consejo rector de entonces partía de menos cero. Se sanearon las cuentas, se consiguió involucrar a todas las instituciones públicas y privadas (Junta de Castilla y León, Diputación Provincial, Ayuntamiento de Salamanca, Universidad de Salamanca, Universidad Pontificia y Caja Duero), se diseña el anagrama o escudo actual que identifica a nuestra Semana Santa, un anagrama que representara a todas las cofradías de nuestra ciudad; el anterior era una amalgama de anagramas de todas las cofradías. Se consiguió la declaración de Interés Turístico Regional, Nacional y se colaboró activamente con el Ayuntamiento de Salamanca para la declaración de Interés Internacional. Se consigue una sede social propia (antes no existía) y se ayudó a las cofradías económicamente. Se inician entonces las restauraciones de las imágenes, que hasta ese momento era algo muy puntual. Se dotó de un festival de Música Antigua con la participación de orquestas punteras de nuestro país y de Europa. Se inició la presentación en público del cartel de Semana Santa y se realzó el acto del pregón.

Más cosas. Se organiza el IV Congreso Nacional de Cofradías, coincidiendo con la capitalidad cultural de Salamanca en 2002. A título de curiosidad, en el concierto de clausura intervino la Banda de Música del Regimiento Inmemorial del Rey nº 1 y en él se interpretó, por primera vez, la marcha procesional Pasión en Salamanca, compuesta expresamente para este congreso y por encargo de la Junta de Semana Santa, por don Abel Moreno. Se recuperó la revista Chistus, se publicó la recopilación de los pregones de Semana Santa y también la casi totalidad de los números antiguos de la revista Chistus, se recupera el primer libro de actas de la Junta Permanente y más acciones que se quedan en el tintero.

En fin, se sentaron las bases de lo que es hoy día nuestra Semana Santa. Y es de recibo agradecer a las personas que formaron parte de aquellos primeros Consejos Rectores: Alfonso Santos Blas, Agustín Martín Encinas, Tomas García Plaza, Tomas Martín (+), José Pasan (+), José Fernando Iglesias, Heliodoro Ordás, José Luis González, Agustín López (+) y algunos más. Sin ellos y su trabajo nuestra Semana Santa no estaría a la altura que en estos momentos se encuentra.

Parece que siempre la cabeza visible es el presidente, pero este, sin un buen consejo rector, no sería más que una figura decorativa. Yo tuve la gran suerte de tener el mejor consejo rector que se podía desear.

Termino con el título de este breve artículo, reivindicando la labor de los que incansablemente trabajaron por y para la Semana Santa salmantina sin esperar nada a cambio, solo con el sentido del deber y la satisfacción personal en unos momentos difíciles y a la vez complicados. De bien nacidos es ser agradecidos. Gracias a todos por ese trabajo en pro de una Semana Santa mejor.

 

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