martes, 14 de mayo de 2024

Salida de emergencia

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 Rubén Sánchez Domínguez

Iglesia de María Auxiliadora, Zamora (RSD)

14-05-2024

Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos
y es primicia de los que han muerto.
Si por un hombre vino la muerte,
por un hombre vino la resurrección (…).
(I Cor 15,20-21)

 

Llovió, un año más… Otro ejercicio en el que la primavera se comportó como lo que es, imprevisible y caprichosa, y el agua arruinaba ‒de nuevo‒, lo que algunos llaman la Semana Grande, privándola –privándonos‒ de una buena parte de las procesiones de la Semana Santa. Poco importó al kofrade medio, en general (que excepciones ‒si bien pocas‒, haylas), que llegara la Pascua, porque vino con lluvia y con ello, todo se iba al garete. La «pasión interrupta» quedaba truncada. Es un hecho, y permítanme emular el título de aquella serie: «Sin procesiones, no hay paraíso...».

En estas reflexiones andaba cuando me salió al paso esta fotografía, realizada hace un tiempo en la iglesia de María Auxiliadora, de Salamora Norte, templo anexo a lo que en su momento fue la Universidad Laboral (y que hoy acoge un instituto de educación secundaria). Curiosa amalgama de símbolos, pertinentes y necesarios ‒no digo que no‒, en un espacio de culto público: el que marca la esencia del lugar, la cruz redentora de Cristo, y el que señala a los «rezantes» ‒o visitantes ocasionales‒, la salida de emergencia, la forma de alcanzar una vía de escape si deviene una catástrofe.

No estaría mal contar con señales de este tipo, que indicaran a las cofradías la salida en caso de «desastre primaveral», a saber, cómo suspender el cortejo con firmeza y sin rodeos; cómo sustituir un acto de culto ‒que eso son las procesiones (por mucho que se empeñen en llamarlos desfiles)‒, por otro acto de culto adecuado y pertinente, o cómo regresar, con cierta dignidad, si el chubasco te pilla en la calle. Pero también serían necesarias indicaciones que señalaran a hermandades y kofrades cómo ser capaces de vivir la Pascua sin procesiones. En los últimos años, hemos visto cómo la mayoría de las cofradías se han abierto a otras formas de comunicación, entre ellas las redes sociales. Sin duda, utilizadas con criterio y sentido común (no es necesario emular a los más avezados community managers), estas pueden ser una excelente herramienta de difusión de sus fines y actividades y, por qué no, también de evangelización. Haciendo un pequeño análisis comprobamos cómo para seis de las dieciséis cofradías de la Semana Santa de Salamora Norte, no llegó la Pascua (al menos si atendemos a lo publicado en sus diferentes perfiles digitales). Alguna rezaba, varios días después de la octava: «todo ha vuelto a la normalidad, lejos ya de nuestra querida Semana Santa y tristes aún por el tiempo…», escrito, seguro, realizado con la mejor de las intenciones, pero que ofrece un mensaje de dudoso júbilo pascual que parece querernos decir que ya no hay nada que hacer hasta la cuaresma que viene… Otra corporación, la misma mañana de Pascua, sacaba pecho de un pasodoble dedicado a su totémico hábito, sin ninguna referencia a la jornada más importante del calendario cristiano. Como ya escribí en otra ocasión, otro Lunes –de Pascua‒ al Sol…

Asimismo, quizás, serían pertinentes otras señales para que nuestra Junta Pro Semana Santa, que atraviesa su particular Éxodo por el desierto (en este caso descampado), sin su ya derribado Museo, pudiera encontrar una vía, si quiera de emergencia, para llegar a una Pascua de concordia y fraternidad. Ya se sabe que la armonía fraternal se pone a prueba en situaciones especiales de convivencia. Y, sinceramente, no veo mucha diferencia entre compartir las carpas, en las que han tenido que acampar las cofradías esta Semana Santa, y convivir en una tienda de campaña en cualquier campamento o colonia veraniega (siempre una fuente de conflicto). Y eso que, en esta ocasión, el efecto «carpa del Gran Hermano» de la pasada Semana Santa aconsejó montar dos en vez de una, para que cada una de las «cofradías grandes», tuviera su particular jaima pasional.

En situaciones como esta ‒que amenaza con prolongarse más de lo suficiente‒, se ponen a prueba las costuras de todo cuerpo social. Y así ha sucedido en el seno del órgano de cofradías, que recibió ‒para empezar convenientemente el periodo pascual‒, el plante de tres corporaciones en su última asamblea plenaria (que se hacía extensivo a las instituciones financiadoras asistentes). A pesar del tirón de orejas episcopal, que afeó la conducta de las llamadas ‒por la prensa‒ «cofradías díscolas», las aguas siguen bajando revueltas y encauzarlas no va a ser tarea fácil.

En cualquier caso, a cambio del desastre semanasantil, el agua pasional ha llenado convenientemente nuestros embalses. Los devotos de san Isidro Labrador, cuya memoria litúrgica se celebra este miércoles, y el resto de los ciudadanos, por la cuenta que nos trae, debemos estar contentos.

Frente al agua aguafiestas, el fuego festivo, así pues, feliz Pentecostés a todos.

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