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17-05-2024
Recuerdo, cuando era un estudiante de eso que llaman ESO, a una profesora
de Lengua Castellana y Literatura que, cada vez que el dolor y la rabia nos
llenaban, nos invitaba a poner por escrito aquello que sentíamos en una suerte
de catarsis curativa que, una vez verbalizaba el enfado o el dolor, mitigaba
esas sensaciones y las reconducía hacia senderos más constructivos. Lo que si
hubiese sucedido ahora sería, sin lugar a duda, un ejercicio de educación
emocional y competencial que llenaría innumerables situaciones de aprendizaje,
pero que por aquel entonces, cuando todo era más sencillo, se llamaba
simplemente «desahogarse».
Pues bien, finalizada la Semana Santa, voy a rescatar esa vieja técnica
aprehendida en las aulas de los otrora Operarios para descargar mis sensaciones
cofrades de esta Semana Santa 2024 ‒las teológicas las dejaremos para otro
momento‒. Y no, no vengo a escribir para maldecir el tiempo borrascoso que ha
dejado tantos pasos en casa. No, de momento no llego a ese nivel. Vengo a
opinar sobre lo que he visto, vivido y sentido.
Cuando la Semana Santa cofrade comenzaba a fraguarse, allá por el lejano
mes de febrero, en el fulgor capirotero de la cuaresma, no dejaba de oír
comentarios a diestro y siniestro sobre la incorporación del costal en un paso
como el Buena Muerte. ¡Menos mal que la Hermandad Dominicana ‒a la que nunca
dedicaré estos renglones para criticar, porque a mí me enseñaron que los trapos
sucios se lavan en casa, si es que es necesario hacerlo‒ tomó esta decisión!
Así, las siempre afiladas lenguas viperinas de los cofrades de élite tenían un
nuevo punto de mira sobre el que descargar la ira cainita y un nuevo blanco al
que culpar de la deriva cofrade. De ahí viene el título, el costal es la nueva
‒bueno, ya no tanto‒ cabeza de turco de la marcha de la Semana Santa charra.
Así, mientras discutimos si el hecho de que el paso descanse sobre la
quinta vértebra supone la desaparición de una Semana Santa en serio
peligro de extinción, no hablamos de cómo corporaciones serias, o que
pretenden serlo, se convierten en quinceañeras que usan las redes sociales
constantemente para exponerse ante el público. Que es muy necesario estar y
evangelizar en el sexto continente es algo que todos
concluimos. Pero de ahí a hacer uso de las redes sociales buscando likes,
interacciones, stories, cuentas atrás y recuerdos hay un trecho que
solo ayuda a restar esa pretendida ranciedad de la que se hace
gala. Ya solo nos queda, y creo que dentro de no mucho lo descubriremos, ver a
esos serios hermanos mayores de esas serias asociaciones
públicas de fieles hacer TikToks ante sus pasos, responder al
último tag o cumplir algún reto penitencial. Pero todo será
con espíritu cofrade y evangelizador, claro, no como los otros que no
son serios.
Mientras nos llevamos las manos a la cabeza de si las trabajaderas suponen
la muerte de lo charro, no hablamos de que la misma vendrá por el cada-vez-más
exiguo cortejo que acompaña a la práctica totalidad de las procesiones. Porque,
no nos llevemos a engaño, cada vez más a menudo, salvo honrosas excepciones,
vemos menos cofrades en las filas y más en las traseras del paso, y eso sí que
es la muerte de la procesión, que es la prefiguración de la Iglesia que camina
hacia la Jerusalén Celestial. ¿Conocemos las causas de esa baja participación?
¿Entendemos por qué muchos han dejado de salir? ¿O es más cómodo hacer borrón y
cuenta nueva, aplicando la máxima de a enemigo que huye, puente de
plata y asumir que quien no sale es por una inquina personal o
por despecho varil?
Porque cuando discutimos sobre cómo hemos de proteger lo
nuestro frente a la invasión de morcillas y sacos,
no hablamos de la imagen que proyectamos al exterior. Porque algo estaremos
haciendo mal cuando los desfiles penitenciales de tantas corporaciones se ven
jalonados de un tramo extra de guiris y no tan guiris que se
cruzan de un lado a otro constantemente entre los nazarenos. En algo se falla,
en cuanto a formación cofrade se refiere, cuando la noticia de una suspensión
se llena en redes sociales de comentarios preguntando si «se sacarán los pasos
a la puerta» o si «se bailarán», o alabando el que «se bailen» ‒el que quiera
bailes que se vaya a las conquenses turbas del Viernes Santo, con todo mi
respeto‒ sin valorar la intimidad y necesidad de oración de una asociación
pública de fieles que suspende su desfile. Porque convendremos en que la visita
al Santísimo en la Catedral por parte de corporaciones, a hombros o a costal,
se realiza por una redescubierta devoción eucarística y no por modas
del YouTube, ¿no?
Porque, en definitiva, criticar el costal es la salida más sencilla para no
abordar el hecho de que igual parte de culpa tenemos todos de que esto vaya
como va. Porque hemos intentado mantener las tradiciones sin ahondar en la
Tradición. Porque hemos tratado de incorporar cuestiones que nos son ajenas
solo porque, estéticamente, nos gustaban y ello ha abierto la puerta a otras
innovaciones que ya no nos hacen gracia. Porque hemos tratado de primar lo
accesorio sobre lo principal, tratando de primario lo secundario y arrinconando
lo verdaderamente importante, y cuando una planta carece de raíces suele morir.
Dejemos de martirizar el costal, que si está aquí es porque entre todos se ha
creado el caldo de cultivo para ello, y asumamos que, hombros y costales,
tenemos que convivir y remar juntos para volver a ser lo que fuimos. En
nuestras manos está.
👏🏻👏🏻Muy bien escrito, como siempre👏🏻👏🏻
ResponderEliminarEs cierto que nuestra Semana Santa está en decadencia: vamos solo al folklore turístico y de RRSS y olvidamos lo importante, la esencia, lo cristiano.
Gracias al autor por plasmar lo que muchos no nos atrevemos a decir, pues nos tacharían de "Judas", traidores o apestados, por no "comulgar" con los cánones que ahora imperan de ser eternos adolescentes en las RRSS, mostrando cada por menor, e infantilizando la Hermandad, por un montón de likes.
Y con respecto a lo de los bailes a la puerta, "chapueau" por la Dominicana. Prefirió el recogimiento y acoger en Dominicos al público que el folklore para que la gente, bajo la lluvia, pudiera verlos "danzar". No todo vale en esta semana santa, y es un gesto de agradecer que se pensara en las personas que nos agolpábamos a la puerta de San Esteban antes que los "me gusta" de los vídeos en Instagram.
Recogimiento y Dominicana no van de la mano, eso es algo que no casa.
EliminarY sigue sin entraros en la mollera el motivo por el que se protesta en la hermandad. No es costal y hombros, es que no se cuenta con TODOS los hermanos para realizar un cambio. Las reglas están para cumplirlas, quien te ha visto y quien te ve Sr.Paulino, todo por un puesto
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