miércoles, 5 de junio de 2024

Reflexiones en Santiago

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Conrado Vicente

05-06-2024
 

A pesar de su fugacidad, la excursión efectuada el pasado fin de semana a Santiago de Compostela en compañía de un grupo de hermanos de la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad de Salamanca ha tenido todos los componentes de un auténtico viaje, más allá de su objetivo turístico principal: visitar la exposición «Tesoros Reales. Obras maestras del Terra Sancta Museum» en el Museo Centro Gaiás de la capital gallega. El reencuentro con las viejas rúas catedralicias inundadas de lluvia y de historias del Camino, el recorrido por la exposición, la recepción del padre Enrique Lista en el convento de San Francisco y la convivencia durante dos intensos días con los compañeros de visita han constituido una breve pero enriquecedora experiencia personal bien nutrida por el dialogo cultural y el intercambio social. Valgan las siguientes reflexiones como muestra.

Contraste... entre unas calles llenas de peregrinos de medio mundo y toda edad, seducidos por la seudoaventura espiritual del Camino, que completan su farsa, que me perdonan quienes acudan con verdadera fe, en la misa de doce en la Catedral, ahora sin botafumeiro; contraste, digo, con la alarmante ausencia de vocaciones en seminarios y monasterios de toda España, de Galicia en particular, cuna que ha sido durante siglos de sacerdotes, monjes y pensadores cristianos. Solo ocho franciscanos, entrados en mucha edad, mantienen el convento y la iglesia de San Francisco, atienden sus liturgias, otras obras de beneficencia y aún tienen tiempo para recibir a este grupo de cofrades y elogiar el fundamento de la Hermandad que los congrega. El convento que les sobra, transformado en hotel como tantos otros de todo el país. Es la metáfora de algunas cofradías: muchos en la procesión y pocos en la caridad. Es la metáfora, ampliando la perspectiva, de la realidad espiritual de Europa, y de España como parte de ella, que ha perdido el rumbo de su tradición judeocristiana obnubilada por un materialismo hedonista que denigra todo aquello que trascienda al hombre y su dimensión espiritual. ¿Adónde conducirá este presente? Como buen franciscano, el padre Lista confía en la providencia de Dios. Véase Um filme falado (2003), del cineasta luso Manoel de Oliveira, para descubrir otro final no es tan esperanzador.

 Tesoros reales. Más allá de la suntuosidad de los cálices, custodias, joyas, ornamentos litúrgicos y otras piezas de la muestra organizada por la Junta de Galicia y otras instituciones internacionales, la Exposición «Tesoros Reales. Obras maestras del Terra Sancta Museum» es una magistral clase de historia de la que tan necesitados estamos y un motivo para sentir un merecido orgullo por la presencia española en Jerusalén. Hasta para ayudarnos a delimitar con precisión el lugar que nos corresponde en la geopolítica mundial sirve. Trata de la historia de la custodia de los Santos Lugares por los monjes franciscanos, con una amplia representación española entre ellos, durante más de 800 años, ¡se dice bien!, desde que Sancha de Mallorca, en 1333, intercediera ante el sultán de El Cairo para comprar el Cenáculo y construyera el primer convento franciscano en el monte Sión. Desde entonces, muchos otros edificios (Santo Sepulcro, Basílica de la Natividad, Iglesia de la Anunciación de Nazaret…) han estado administrados por ellos con las donaciones pecuniarias y en especie de todo el orbe católico. Donaciones que siguen llegando, entre ellas las aportadas por la Hermandad Franciscana de Salamanca desde su fundación en 2016. Las joyas artísticas de la exposición constituyen un conjunto de obras de arte donadas por las casas reales católicas europeas a lo largo de más de cinco siglos con el objetivo de hacerse presente en el lugar de origen de la cristiandad. Cuando finalicen su periplo expositivo formarán parte de una nueva sección del Museo de Tierra Santa en Jerusalén.

Convivencia. ¿Cómo dinamizar la vida cofrade más allá de la Cuaresma y de la procesión? Es la pregunta que se hacen muchos presidentes de cofradías para llenar el vacío de actividad entre Semanas Santas, solo alterado por alguna misa o asamblea extraordinaria, a las que apenas acuden hermanos. ¿Cómo crear auténtica hermandad entre los cofrades y cambiar el «hasta el año que viene» al finalizar el desfile, por un «hasta pronto, hermano»? Ya he opinado en otra ocasión sobre la necesidad de que las cofradías programen, junto a las actividades de culto, otras con un contenido religioso cultural aprovechando la oportunidad que nos ofrece el rico patrimonio sacro (iglesias, arte, música, historia…) de todo el occidente peninsular, que, perdida en buena medida su función original, ya solo quedan para el goce estético y alguna reflexión espiritual. Pero también, y esta es mi insinuación, para facilitar el hermanamiento cuando la visita es compartida como esta con otros hermanos cofrades con quienes, en ambiente distendido y entre un pulpo a feira y un blanco Godello, en comunión vespertina en el templo de San Francisco o de periplo por las torres de la Catedral, se fortalece el conocimiento mutuo, la amistad y en definitiva la hermandad.

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