A pesar de su fugacidad, la
excursión efectuada el pasado fin de semana a Santiago de Compostela en
compañía de un grupo de hermanos de la Hermandad Franciscana del Santísimo
Cristo de la Humildad de Salamanca ha tenido todos los componentes de un
auténtico viaje, más allá de su objetivo turístico principal: visitar la
exposición «Tesoros Reales. Obras maestras del Terra Sancta Museum» en el Museo
Centro Gaiás de la capital gallega. El reencuentro con las viejas rúas catedralicias
inundadas de lluvia y de historias del Camino, el recorrido por la exposición, la
recepción del padre Enrique Lista en el convento de San Francisco y la
convivencia durante dos intensos días con los compañeros de visita han
constituido una breve pero enriquecedora experiencia personal bien nutrida por
el dialogo cultural y el intercambio social. Valgan las siguientes reflexiones
como muestra.
Contraste... entre unas calles
llenas de peregrinos de medio mundo y toda edad, seducidos por la seudoaventura
espiritual del Camino, que completan su farsa, que me perdonan quienes acudan
con verdadera fe, en la misa de doce en la Catedral, ahora sin botafumeiro;
contraste, digo, con la alarmante ausencia de vocaciones en seminarios y
monasterios de toda España, de Galicia en particular, cuna que ha sido durante
siglos de sacerdotes, monjes y pensadores cristianos. Solo ocho franciscanos,
entrados en mucha edad, mantienen el convento y la iglesia de San Francisco,
atienden sus liturgias, otras obras de beneficencia y aún tienen tiempo para
recibir a este grupo de cofrades y elogiar el fundamento de la Hermandad que
los congrega. El convento que les sobra, transformado en hotel como tantos
otros de todo el país. Es la metáfora de algunas cofradías: muchos en la
procesión y pocos en la caridad. Es la metáfora, ampliando la perspectiva, de la
realidad espiritual de Europa, y de España como parte de ella, que ha perdido
el rumbo de su tradición judeocristiana obnubilada por un materialismo hedonista
que denigra todo aquello que trascienda al hombre y su dimensión espiritual. ¿Adónde
conducirá este presente? Como buen franciscano, el padre Lista confía en la
providencia de Dios. Véase Um filme
falado (2003), del cineasta luso Manoel de Oliveira, para descubrir otro final
no es tan esperanzador.
Tesoros reales. Más allá de la suntuosidad de
los cálices, custodias, joyas, ornamentos litúrgicos y otras piezas de la
muestra organizada por la Junta de Galicia y otras instituciones
internacionales, la Exposición «Tesoros Reales. Obras maestras del Terra Sancta
Museum» es una magistral clase de historia de la que tan necesitados estamos y
un motivo para sentir un merecido orgullo por la presencia española en Jerusalén.
Hasta para ayudarnos a delimitar con precisión el lugar que nos corresponde en
la geopolítica mundial sirve. Trata de la historia de la custodia de los Santos
Lugares por los monjes franciscanos, con una amplia representación española
entre ellos, durante más de 800 años, ¡se dice bien!, desde que Sancha de
Mallorca, en 1333, intercediera ante el sultán de El Cairo para comprar el Cenáculo
y construyera el primer convento franciscano en el monte Sión. Desde entonces,
muchos otros edificios (Santo Sepulcro, Basílica de la Natividad, Iglesia de la
Anunciación de Nazaret…) han estado administrados por ellos con las donaciones pecuniarias
y en especie de todo el orbe católico. Donaciones que siguen llegando, entre ellas
las aportadas por la Hermandad Franciscana de Salamanca desde su fundación en
2016. Las joyas artísticas de la exposición constituyen un conjunto de obras de
arte donadas por las casas reales católicas europeas a lo largo de más de cinco
siglos con el objetivo de hacerse presente en el lugar de origen de la
cristiandad. Cuando finalicen su periplo expositivo formarán parte de una nueva
sección del Museo de Tierra Santa en Jerusalén.
Convivencia. ¿Cómo dinamizar
la vida cofrade más allá de la Cuaresma y de la procesión? Es la pregunta que
se hacen muchos presidentes de cofradías para llenar el vacío de actividad
entre Semanas Santas, solo alterado por alguna misa o asamblea extraordinaria,
a las que apenas acuden hermanos. ¿Cómo crear auténtica hermandad entre los
cofrades y cambiar el «hasta el año que viene» al finalizar el desfile, por un «hasta
pronto, hermano»? Ya he opinado en otra ocasión sobre la necesidad de que las
cofradías programen, junto a las actividades de culto, otras con un contenido
religioso cultural aprovechando la oportunidad que nos ofrece el rico patrimonio
sacro (iglesias, arte, música, historia…) de todo el occidente peninsular, que,
perdida en buena medida su función original, ya solo quedan para el goce
estético y alguna reflexión espiritual. Pero también, y esta es mi insinuación,
para facilitar el hermanamiento cuando la visita es compartida como esta con otros
hermanos cofrades con quienes, en ambiente distendido y entre un pulpo a feira y un blanco Godello, en comunión
vespertina en el templo de San Francisco o de periplo por las torres de la Catedral,
se fortalece el conocimiento mutuo, la amistad y en definitiva la hermandad.
0 comments: