El 15 de junio la Hermandad
Franciscana clausura formalmente el presente curso. Lo hará con la sencillez
que caracteriza todos sus actos, sin apenas ruido. Así se ha querido y así lo
ha pedido el protagonista del día, José Manuel Ferreira Cunquero. De hecho, la
palabra homenaje ha quedado descartada. Será una reunión con los hermanos, en
torno a la celebración eucarística, en la parroquia de San Martín, presidida en
el presbiterio, desde la cruz, por el Santo Cristo de Mayoral, el Jesús Humilde
que recuerda permanentemente el desprendimiento de cuanto no es esencial, casi
todo lo que nos rodea.
Después, en la fraternidad del
compartir la mesa, la palabra que se repetirá una y otra vez será «gracias».
El disparate de fundar una cofradía más (¡como si no hubiera suficientes ya!)
con el objetivo de ayudar a los cristianos de Tierra Santa, convertida en una
asociación vinculada a la Custodia de Tierra Santa, se materializó en muy
poquito tiempo, prácticamente medio año, gracias al empuje y tesonería de José
Manuel. Es lo que tienen los fundadores, el carisma y la fuerza de la
convicción, la seguridad de que están haciendo algo importante y necesario. Él
reunió el grupo que fundó y presidió las primeras directivas, fundacional y
electa. Y la locura, el sueño inverosímil, consolidó y la Hermandad Franciscana
es una más entre las salmantinas. La más pequeña, pero con unas convicciones
firmes, las que implantó el fundador e inculcó a quienes le seguimos en este
proyecto.
El objetivo de visibilizar Tierra
Santa se ha conseguido. En Salamanca se asocian, como si fuera un mantra,
Hermandad Franciscana y cristianos de Tierra Santa. Quienes siguen el fenómeno
cofrade, y bastantes más, saben ya que existe la Custodia Franciscana y esta
tiene como objetivo la salvaguarda de los Sagrados Lugares y el mantenimiento
allí de las comunidades cristianas. Varias cofradías, parroquias y
congregaciones, muchos particulares también, han confiado en esta hermandad
como vehículo para hacer llegar sus ayudas a la Tierra de Jesús el Nazareno. Es
una labor continuada de siembra para que los frutos vayan madurando poco a
poco.
La Hermandad Franciscana ha
cumplido ocho años y su fundador, igual que quienes le acompañaron en la
primera directiva elegida tras cerrar la etapa fundacional, resolvieron hace un
año dar un paso al lado. En una decisión muy poco habitual, creo que inédita,
todos mostraron el desapego más absoluto y en bloque se pusieron al servicio de
la hermandad. Es un gesto que debe ser reconocido y agradecido. Por eso ellos
ocuparán especialmente, junto a José Manuel, un lugar preferente en el acto de
clausura del curso.
Un acto en el que también estará
muy presente José Adrián Cornejo. Dan lo mismo las circunstancias. Él va a
estar, pues fue un personaje clave en la fundación de la hermandad. Entonces
era el presidente de la Junta de Semana Santa y apoyó la iniciativa hasta el
punto de hacerla casi suya. Y aunque nunca hubo trato de favor –sus exigencias,
a veces desesperantes, algún día serán escritas–, siempre estuvo donde tenía
que estar y su acción fue determinante, indicando cuáles eran los pasos a
seguir y cómo se debía actuar. También a él la hermandad le tiene que estar muy
agradecida y desearle todo lo mejor. El Señor de la Humildad es también el
suyo, igual que las hermanas clarisas del Rollo, tan cerca del cielo que sus
oraciones las escuchan siempre.
Será el día 15, sobre todo en San
Martín cuando el sol esté en lo alto, según decían nuestros mayores. Será un
día para dar gracias, a tantos que hicieron tanto.
0 comments: