Félix Torres entrega el galardón "Francisco Rodríguez Pascual" a Isabel Pantaleón / Foto: Pedro Martín |
09-07-2024
Es lo bueno que tiene la época estival, que el tiempo se ralentiza y uno, aparte de encontrarse más relajado, tiene tiempo para ir saldando esas deudas sociales que durante el curso quedaron aplazadas. Con Isabel Pantaleón hacía mucho que no mantenía una conversación tranquila, abordando en profundidad el siempre controvertido asunto de las restauraciones de obras de arte. Ha sido, obvio, a raíz de la concesión del galardón «Francisco Rodríguez Pascual», después de coincidir en la noche cofrade con la que la Tertulia Cofrade Pasión clausura sus cursos. También, lo que son las cosas, en otro de esos encuentros del estío, con el pintor y compañero Francisco Resina, hablábamos de la importancia que tiene la conservación, y el crear conciencia en torno a ello, en todo el proceso que atañe al patrimonio artístico. Él, claro, estaría en la primera fase, la creativa. Pantaleón en la última, la de la intervención para garantizar la perdurabilidad de la obra. Entre medias aparecen los poseedores (omitimos la intermediación) que usufructúan la obra y le dan sentido.
En el ámbito de la religiosidad popular, compete fundamentalmente a parroquias, órdenes religiosas y cofradías la manipulación de las imágenes de devoción. Sobre todo a las cofradías, que son las entidades que centran su actividad en la profesión pública de la fe sirviéndose fundamentalmente de la imagen. De ahí la responsabilidad que tienen las personas encargadas de moverlas, exponerlas, sacarlas en procesión… Uno tiende a pensar que en estos tiempos ya se han superado las barrabasadas que otrora se perpetraron contra estas imágenes que, no lo olvidemos, son un patrimonio artístico y espiritual que no solo incumbe a sus propietarios.
El Cristo de Cabrera, restaurado por Isabel Pantaleón hace unos años, es patrimonio de la charrería. Lo mismo que el Cristo de los Milagros o Jesús Rescatado no pertenecen solo a sus parroquias y cofradías, son de todos los salmantinos porque miles y miles de devotos los sienten como suyos. Y con el valor artístico sucede lo mismo, Jesús Flagelado, La Piedad, o el grupo de Los Azotes son obras fundamentales de la escultura en Salamanca.
Pero la benevolencia del pensamiento es demasiado ingenua. Isabel, igual que otros restauradores de obras de arte enseguida te desengañan al advertir cómo les llegan a ellos las imágenes, con un deterioro cuya causa no es el paso del tiempo. Dedos y otros salientes rotos, por agarrar por donde no se debe, clavos para sujetar, taladros para acoplar potencias o coronas, lijaduras, repintes, pegamentos, degradación por humedades, maquillaje en imágenes marianas, erosiones por la mala colocación de elementos añadidos, tipo coronas, rostrillos, cruces, banderines, medallas…, pérdidas de policromía por desgaste, algunas inevitables, como las derivadas del besapié, pero otras se deben a la abrasión por utilización de ceras o retirada de agua si se han mojado… Esto sigue sucediendo, aunque parezca mentira. De todo lo referido hay ejemplos muy cercanos y concretos. Y la solución no es restaurar. Esto lo dicen muy claro los restauradores. La intervención del restaurador evita males mayores o salva situaciones límite, pero el deterioro en la madera o en la policromía ya no tiene marcha atrás. La parte original que se ha perdido, ya no es recuperable.
Quienes manipulan las imágenes asumen una responsabilidad de la que mayoritariamente no son conocedores. Una de las cuestiones en las que más ha insistido siempre Isabel Pantaleón es el cuidado con el que debe procederse. De hecho, siempre que se le ha solicitado, ha aconsejado al respecto, porque para ella, por delante del negocio está la conservación del patrimonio artístico.
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