Dice Jesús a Marta: «Marta,
Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas, solo una es necesaria».
Parece que Nuestro Señor reprochara el servicio que presta Marta y, sin
embargo, solo corrige las actitudes de inquietud y nerviosismo.
Inquietud y nerviosismo
revelan que algún interés tenemos en lo que hacemos y, por tanto, dejamos de
hacerlo gratuitamente, es decir, al modo como Dios quiere que lo hagamos.
Inquietud y nerviosismo son contrarias a quietud y tranquilidad, las que
corresponden a quien sabe que está en las manos de Dios. San Pablo nos dice: «Todo
lo puedo en aquel que me conforta». La razón de la acción no es la eficacia,
aunque la hayamos de procurar, sino el amor al prójimo, que es en lo que
consiste el Mandamiento Nuevo.
La satisfacción que sentimos
después de obrar bien nos habla de nosotros mismos y no tanto de la
tranquilidad que puede sentir quien ve solucionada una situación que le
producía dolor o inquietud. Satisfacción nos habla de lo que hicimos y no tanto
de lo que el otro creció y, cuando esto no importa tal vez estemos socorriendo,
pero no ayudando. Es prácticamente imposible que logremos esto por nosotros
mismos y eso es una posible interpretación para lo que dice el Señor de María,
la hermana de Marta: «María ha elegido la mejor parte y no le será quitada».
La mejor parte de María y la
única cosa necesaria de Marta son la misma: el Señor. Soy consciente de hacer
esta reflexión en un mundo inquieto y nervioso que necesita distraerse cada vez
más y que parece que también se siente cada vez más agobiado, según los
comentarios que escucho en los ambientes donde me muevo. Necesidades segundas
que la publicidad nos crea, para las cuales necesitamos cada vez más medios, y
la soledad que genera el tiempo libre, acaban en una monotonía de la que no
vemos salida como sociedad.
Digo esto también a los
creyentes, pues en ese ambiente la mejor parte de la que hablamos o la única
necesaria, como se quiera, no parece establecer un orden interior en el que
podamos descansar.
Jesús, que es la mejor parte,
elegía la soledad y el silencio de la noche para estar en compañía del Padre.
No es fácil, pero con la fe puesta en el que inició y completa nuestra fe y
paciencia, podremos alcanzar por la misericordia de Dios servir a este mundo
sin inquietud ni nerviosismo, como san Pablo,
confiando en el que nos conforta.
Dado que hoy es santa Teresa,
termino recurriendo a ella para hablar de la paciencia:
Nada
te turbe, nada te espante todo se pasa,
Dios
no se muda, la paciencia todo lo alcanza,
quien
a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta.
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