La Biblioteca Nacional homenajea este otoño a Gonzalo
Torrente Ballester al cumplirse un cuarto de siglo de su fallecimiento con la
exposición La travesía de un creador. Ferrol, Santiago de Compostela,
Oviedo, Burgos, Madrid, Mallorca, Pontevedra, Albany, Vigo, Ramallosa y
Salamanca son paradas en esta muestra y en la biografía de un gallego que encontró
en nuestra ciudad el hogar definitivo para vivir sus últimos veinticinco años.
Y para morir. Aunque después la morriña se impusiera y se enterrara, junto a
los suyos, en el cementerio de Serantes, frente al Atlántico que había sido su
cuna y, al fin, sepultura.
Salamanca nunca ha olvidado a su vecino, al que honró con
los títulos de Hijo Adoptivo o Doctor Honoris Causa. Le dio una biblioteca, una
avenida, un jardín y dos esculturas urbanas. Y nunca ha dejado de reivindicarlo.
Ni en su centenario en 2010 ni ahora en el aniversario de su muerte. Ahí
continúa el legado de una figura recordada como novelista, profesor y estudioso
de la Historia, ensayista, articulista, crítico literario, guionista de cine o
incluso fotógrafo. A ese listado debemos añadir aquí que un día ‒mejor dicho,
durante varios años‒ se acercó a la Semana Santa de Salamanca y lo gozamos
entre nosotros.
Torrente Ballester fue pregonero de la Pascua charra en
1996 y su firma aparece en los cinco primeros números de la revista Pasión
en Salamanca que edita, precisamente, la Tertulia Cofrade Pasión. Es sin
duda el nombre más ilustre de cuantos han logrado reunir ambas citas
culturales. Estas participaciones son fáciles de localizar en la hemeroteca
capillita, pero no son las únicas. En el momento de redactar este artículo,
apunta Javier Blázquez que también la Hermandad del Amor y de la Paz contó con el
literato en una de las meditaciones del acto de las Siete Palabras que organiza
cada Lunes Santo.
He escrito que la Semana Santa es más que pasión y
piedra. Es carne y hueso. Por eso, es justo hacer memoria de quien, al final de
sus días, pasó algunos ratos entre nosotros. De quien quiso acercarse hasta las
cofradías salmantinas y regalarnos algunas reflexiones.
Los seis textos referidos mantienen una mirada constante a
la resurrección. Así es en el pregón, de cuya intrahistoria y anécdotas podría
contar mucho más y mejor que yo Julián Alcántara, entonces presidente la Junta
de Cofradías y quien logró convencer al pregonero. «A mí me faltan ya las
fuerzas para ser vibrante ante vosotros», confesaba al inicio de su alocución,
próximo a cumplir los 86 años, seguramente el más anciano de cuantos han
pregonado esta celebración. Pero «con tranquilidad, parsimonia y tono docente»,
nos explicó algo que «ya sabéis, pero a lo mejor lo tenéis olvidado»: la liturgia
«casi invariable» y la interpretación popular de la misma, «imperceptiblemente
variable». Es decir, «la diferencia entre la manera de ver la Semana Santa fuera
del templo y la que hay dentro del templo» y cuyo protagonista, nos recordó,
corresponde solo a Cristo.
Y por ese itinerario disertó también en los artículos Semana
Santa de 1994, Semana Santa de 1995, Semana Santa, antaño de
1996, Semana Santa de 1997 y Cristo de 1998. Es decir, que fue
autor de Pasión en Salamanca, revista que también llegó a presentar, desde
su fundación y hasta el último número antes de su fallecimiento. En ella
quedaron para siempre sus palabras. Desempolvarlas es un buen ejercicio de aprendizaje
y de gratitud a un creador que, en su travesía, quiso compartir tiempo con
nuestras hermandades.
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