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Foto: jmfcunquero |
13-11-2024
Fue precisamente un sacerdote irrepetible,
con una formación personal y académica indiscutible, quien modificó aquel
posicionamiento radical de la Tertulia Cofrade pasión, en relación con el hecho
religioso y el mundo cofrade, al hacernos ver que deberíamos bajar los
parámetros de nuestras exigencias, dirigiendo la mirada hacia los campos de la
acogida y la comprensión.
Un sacerdote volcado en la defensa de la
religiosidad popular, no como capillita de foro y esquinazo, sino como
prestigioso antropólogo y hombre de bien. Francisco Rodríguez Pascual, fue
aquel catedrático de la UPSA, que nos hizo entender como debajo de un capirote
va un ser humano con sus personalísimas reflexiones acogido por el Señor.
¿Quién puede juzgar lo que se cuece en el entorno íntimo de quien acompaña con
un hachón cualquier imagen?
Rodríguez Pascual, como prestigioso
articulista de prensa, levantó su mordaz látigo contra el poder semanasantero
que irracionalmente se creía en posesión de la verdad, al entender el mundo
cofrade como feudo propio. Pero además añadía, en aquella lucha por darle a la
religiosidad popular el valor que ostenta, su valentía como sacerdote a la hora
de cuestionar a la propia Iglesia, a esa Iglesia de los muros y las sombras que
cohabita con la que debería ser resaltada por su proximidad a las pobres gentes
que son resaltadas con extrema claridad por el Evangelio.
Por esta razón fue llamado al orden por
obispos que desde la más mezquina de las irracionalidades, no eran capaces de
comprender el alcance y el valor que ostenta esa religiosidad que don Francisco
defendía desde la razón que surge de la propuesta evangélica.
El caso es que don Paco, formó parte de la
Tertulia Cofrade Pasión aconsejando y proponiendo que nuestro punto crítico
hacia lo banal, nunca debería ceder por mucha que fuese la presión recibida,
pues una cosa es que el asociacionismo semanasantero acoja y respete cualquier
posición humana ante el hecho religioso y otra silenciar cualquier hecho, en
quienes puedan llegar para servirse y no servir desde cualquier puesto que
tenga algún tipo de responsabilidad cofrade.
Don Paco siempre añadía, hay que amparar a
todos sin restricciones en la cofradía de turno, para encauzarlos
posteriormente a través de la formación hacia el camino cristiano, que por otro
lado exige claros y contundentes compromisos.
Me da por pensar que don Paco seguirá
impartiendo más allá del añil manto celeste, su posición crítica ante la
licuefacción de lo superfluo y la apariencia, que en algunos casos sigue
inaugurando como si tal cosa el festejo.
Pero lo importante y trascendente es que
miles de cofrades, como decía Rodríguez Pascual, seguirán alumbrando la
oscuridad de las calles en las noches de España, para mantener viva una
tradición que se une a nosotros, como cosa nuestra desde hace más de quinientos
años.
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