viernes, 15 de noviembre de 2024

De la calle al papel

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Iván Marcos


15-11-2024


Desde hace aproximadamente un siglo, con una sociedad que empezaba a ver más allá de los límites provinciales, que se abría a los viajes y al turismo, las celebraciones de la Semana Santa pasaron a ser algo más visible, más regulado en cuanto a lo externo y más llamativo para estos turistas. Desde las distintas entidades responsables de la divulgación cofradiera se buscó, se busca desde entonces, la mejor forma de publicitar y pregonar para propios y foráneos la sucesión de procesiones que van a encontrar y los elementos principales de cada una. Sin extenderme más, sirva para muestra el despliegue que vivimos en nuestra Salamanca durante los primeros meses de 2022.

A este respecto, quiero quedarme con el enorme vinilo que durante un año recientemente se ha retirado para dar paso a otra franquicia de esas que te sacan los cuartos mediante el pecado de gula ha presidido la tan cofrade calle de Palominos. La imagen del nazareno, asombro de extranjeros y seña de este país tanto como la flamenca o el torero, es la marca personalísima de cada una de las cofradías, hermandades, congregaciones, mayordomías, capítulos, esclavitudes… que recorren las calles patrias. El hábito penitente es nuestra presentación y así se ha recogido en diferentes formatos y épocas cuando se ha promocionado la Semana Santa.

Probablemente, a la gran mayoría de quienes hayan pasado ante estas imágenes de nuestros salmantinos hábitos, pues ni fu ni fa. Pero habrá alguno que, como yo, haya tenido esa sensación de «que no», que si tan escaso cuidado ponemos en algo tan sencillo, estamos demostrando eso de que antes las cosas se hacían mejor teniendo unos medios infinitamente menores. Cuando veo ese vinilo, pienso en esas fotografías de estudio, ya centenarias, en las que aparece plantado un miembro de nuestras más señeras hermandades, o en los dibujos con los que Guzmán Gombau y Arístides Mateos ilustraban las guías de mediados de siglo, con hábitos, insignias y lugares de nuestras procesiones a alguno esto le sonará a chino, pero claro, es que los nuestros no eran Hohenleiter.

Y cuando pienso en estos añejos ejemplos, sobrios, cuidados, hechos con esmero, miro en el gigante póster a quienes se presentaron aquella mañana en la catedral y han quedado anónimamente (o casi) para la posteridad con esos capirotes informes de dudoso patronaje, con túnicas embutidas sin garbo y cíngulos a medio anudar, de tejidos y colores inventados a veces desoyendo incluso lo que mandan sus Estatutos en pro de una supuesta necesidad y economía, todos con esa anodina postura de quien espera su autobús en la marquesina, y no puedo evitar el desagrado de que, en el fondo, estamos mostrando en el papel lo que ponemos en la calle. Con no mucho esfuerzo, podemos ver en nuestras procesiones que hay un todo vale incompatible con ese espíritu que buscamos de solemne recogimiento, de transmitir a otros la importancia que para nosotros mismos tiene lo que estamos haciendo, de rendir al Creador un culto con lo mejor que podemos ofrecer.

Tenemos en esta Salamanca nuestra un continente para las procesiones que muchos quisieran. ¿Por qué no volvemos a cuidar el contenido con todo mimo y respeto? Somos pocos, con algo de empeño no nos ha de ser difícil hacer que, lo que hagamos de aquí en adelante, se haga bien. Seguro que no pocos nos resistimos a que el buen hacer y la belleza esmerada queden en nuestros baúles como meras reliquias, pero eso ya es otro artículo.

P.D.: Cuánto debemos todos, por la gran labor que lleva años haciendo en pro de esta festividad nuestra, al amigo Fernando Pena, a quien desde aquí mando un afectuoso y agradecido abrazo, y que no es ni debe ser objeto de la crítica arriba compartida.


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