miércoles, 11 de diciembre de 2024

Multitudinarias cofradías dolorosas

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 J. M. Ferreira Cunquero


Cofrades del Lunes Santo zamorano  |  Foto: jmfcunquero

                                                                                                                                                                                11-12-2024

 Una astilla Señor de ese madero 
en los hombros del tiempo sigue hincada.
Gélido atardecer de los lugares  
en los que aún caes besando las aceras...
j.m.ferreira


Me pregunto qué pensará ese Niño que nacerá en una de estas noches sobre un pesebre al amparo de alguna escombrera en Gaza. La estrella confusa y supersónica, trasformada en mortífero misil, ¿cómo guiará a los Magos por los senderos de la sangre?

Me pregunto cómo ese Niño, sí, el que nace en el corazón del hombre, podrá conciliar su primer sueño entre las espeluznantes y aterradoras explosiones que destruyen la vida en un entorno deshumanizado, que extiende y alimenta el silencio cómplice de los mendas más poderosos del planeta.

Y así la Navidad de estos días en los territorios que pisó un tal Jesús de Nazaret será habitada por una muchedumbre de pastores y ovejas, formando el éxodo de los repudiados, que huyen una vez más hacia las tierras y las regiones de los sin nada.

De los días navideños podemos trasladarnos sin malgastar demasiada energía a una Semana Santa que proclame su poderío alzando sobre la conciencia de este tiempo la inmensa cruz de la sinrazón humana. Cerrando los ojos no es complicado fundar nuevas cofradías con los desheredados del planeta para superpoblar de penitentes todas las calles del mundo.

Esperemos que la podredumbre del poder que inventa y promueve la destrucción de los pueblos, nos facilite los horarios para presenciar esas procesiones de la verdad, donde millones de inocentes padecen el suplicio del madero, de un madero construido con los retales haraposos del dolor humano.

Del pesebre al calvario, multitudes de pobres gentes vagan hacia la cruz de la desolación y la no existencia, perdiendo su dignidad como seres humanos.

Apenas hay cirineos en estas vías indolentes de la comodidad y la prisa para compartir el trayecto de los proscritos cosechadores del sufrimiento, cuando deambulan irremediablemente hacia el martirio.

Mientras tanto seguiremos ocupando las salas VIP del ¿primero de los mundos? esperando que no tarden en llegar a nuestras manos los programas que anuncien esas procesiones de la vergüenza que salieron hace tiempo de los templos de Gaza, Siria, Ucrania, Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria, Afganistán y de todo ese etcétera de países, regiones y garitos terrenales donde es escamoteado el derecho a la libertad y a la vida.

No vendría mal que estuviésemos todos al anochecer en las calles de los arrabales cristianos con los hachones del alma encendidos y con las manos dispuestas a tocar los rostros de esos penitentes que buscan en nuestra mirada quizás un diminuto resquicio de consuelo.

Pero el eco cristiano del amor fraterno que trae en sus manos el Niño, por mucho que no se entienda, ahí seguirá fluyendo como una canción de esperanza al lado del terror y la muerte, lejos de los palacios donde vegetan ensimismadas en sus entramados pecuniarios las religiones con sus jerarcas y palmeros.

El Niño pese a todo llegará simplemente para darle valor a ese Evangelio que incita, lejos de los sermones empalagosos y manidos, a encontrar la paz en los territorios de los pobres, los humillados y las gentes necesitadas de un tantico de amor.

 Feliz Navidad amigo lector para ti y los tuyos.

 


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