La casualidad ha querido que esta nueva colaboración
en Pasíón en Salamanca coincida con el «Blue Monday», conocido como el
día más triste del año. Este título, acuñado por el psicólogo de la Universidad
de Cardiff Cliff Arnall, combina factores como el clima invernal, la cuesta de
enero, los propósitos de año nuevo incumplidos y la falta de motivación general
para proclamar al tercer lunes de enero como el día más desolador de los 365.
Aunque su teoría carece de base científica y es más bien una estrategia de
marketing, nos sirve como marco para abordar un paralelismo simbólico: ¿Es el
Lunes Santo de Salamanca el «Blue Monday» de nuestra Semana Santa?
Si preguntáramos a los lectores de este medio, ¿Qué
día de la Semana Santa es el más triste? Estoy prácticamente seguro que
arrasaría la opción del Lunes Santo, sí, precisamente el «Blue Monday».
¿Y esto a qué se debe? Pues es complicado dar una
respuesta sencilla, pero en vez de centrarnos en las posibles deficiencias, reflexionemos sobre cómo podría
revitalizarse para dotarlo de una personalidad propia y consolidar su lugar en
el corazón de los cofrades salmantinos.
Antes de entrar en propuestas, debemos reconocer las
virtudes que la procesión del Cristo de los Doctrinos ya posee. Fue la primera
cofradía que en este siglo XXI apostó por volver a entrar en la S.I.B. Catedral
Nueva a hacer estación de penitencia. También es la única cofradía cuyo único
acompañamiento musical es el silencio más absoluto, un rasgo que, aunque surgió
con carácter accidental, refuerza su carácter sobrio y de recogimiento. Además
es una cofradía con elementos procesionales, como la figura del muñidor o la
propia réplica del Cristo de los Doctrinos y su cruz verde, que la hacen
reconocible para el público general.
Y, por supuesto, está el protagonista absoluto, el
Cristo de los Doctrinos, una de las imágenes de nuestra Pasión más admiradas, que
invita a la oración y a la introspección. Su presencia es un recordatorio de lo
que debería ser la esencia de cualquier procesión: una expresión de fe
profunda.
Sin embargo, estas
virtudes no han sido suficientes para evitar que el Lunes Santo quede relegado
en la percepción colectiva. La juventud
de la jornada, si exceptuamos las nuevas vísperas, puede tener que ver. El
sobrio y silencioso carácter del desfile, que no es valorado por todos los
públicos, es posible que también sea razón de peso. Pero veamos qué
posibilidades tiene la Vera Cruz, ahora que está en las mejores manos posibles,
de revitalizar y enraizar en la Salamanca cofrade, evitando así que
semanasanteros salmantinos emigren el Lunes Santo al sur, pero sobre todo al
norte (hecho que prácticamente solo ocurre en esta jornada).
En primer lugar, uno de los elementos de posible
mejora son las túnicas, o como popularmente se llama en nuestra tierra, el
hábito. El hábito actual,
con capa y antifaz de raso, resulta visualmente «alegre» y poco adecuado para
una procesión de este carácter. El
establecimiento de una túnica y antifaz color azul oscuro (como el actual de la
capa) con un sencillo cíngulo trenzado en azul y blanco, y botonadura en este último,
dotaría de una estética propia al desfile, sin abandonar sus colores
característicos.
En segundo lugar, otra de las posibles mejoras podría
situarse en el recorrido. Si bien nos encontramos con uno de los recorridos mas
depurados de nuestra Semana Santa, la introducción en el itinerario de calles
como Rabanal y Carniceros a la vuelta, podrían ofrecer escenarios de gran
intimidad y evocadores de tiempos pretéritos. Además una recogida por el paseo
de las Úrsulas completamente a oscuras, con una pieza musical resonando en el
silencio (¿un fragmento del Miserere de Doyagüe?) podría crear uno de
esos momentos que la ciudad espera de año en año.
Por último, la imagen de la Virgen de la Amargura.
Pese a los esfuerzos realizados en los últimos años por un grupo de hermanos de
la cofradía, la Virgen de la Amargura carece de la expresividad y fuerza
necesaria para coprotagonizar la noche del Lunes Santo. Las iniciativas realizadas hasta ahora,
aunque bienintencionadas, han mostrado más sus limitaciones que sus virtudes.
Particularmente creo que la figura del Cristo de los
Doctrinos lo llena todo, aunque he de reconocer que una dolorosa de alguno de
los imagineros emergentes del momento como Juan Vega, Santiago Delgado o
Alejandro López podría aportar un punto de calidad artística muy interesante.
Estas propuestas son solo un punto de partida. Estoy seguro
que ustedes tienen muchas otras, igual o más validas que las propias. Muchas de
estas ideas morirán en el cajón de lo imposible, pero no dejen de soñar con
nuestras cofradías, porque una promesa de silencio en el Patio de Escuelas, una
hermandad trastormesina o la salida de la Piedad de Salvador Carmona, no eran
ni sueños de los cofrades de hace cien años.
Ayudemos, ideemos y propongamos a nuestras cofradías,
para que el Lunes Santo sea cada vez mas azul y menos blue, para que nuestra Semana Santa sea más autentica, y menos «la
mejor del mundo».
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