viernes, 10 de enero de 2025

«Cofradizar» (In memoriam de Fructuoso)

| | 0 comments

F. Javier Blázquez

Fructuoso Mangas Ramos (Diócesis de Salamanca)

10-01-2025

Inventó la palabra, pero qué bien lo dijo y qué a gusto se quedó. Así era él, Fructuoso Mangas, el ya mítico párroco de La Purísima que con su energía y ocurrencias recordaba en ocasiones a Miguel Pereña, que en plena efervescencia del nacionalcatolicismo le había precedido durante dos décadas. Fructuoso llegó a La Purísima en 1973, siete años después de la muerte de Pereña. Y allí se mantuvo, junto a José Manuel Hernández, hasta que los jubilaron a la par en 2014. Fue un hombre comprometido con los necesitados y dejó su impronta en Operación Vivienda, Manos Unidas y otras instituciones de marcado carácter social. Y un rebelde. Un cura que jamás calló lo que pensaba y cuando entendía que debía clamar contra la injusticia lo hacía con coraje y resolución. Por eso a nadie resultaba indiferente, o se le quería y defendía con vehemencia o inmisericordemente se le vilipendiaba. Pero, paradójicamente se nos fue de tapadillo, cuando acababan de encerrarnos por el covid, sin posibilidad de despedirle ni velarle para aliviar el duelo.

En sus incontables intervenciones públicas, Fructuoso dejó unas cuantas perlas dedicadas a las cofradías. Él nunca lo ocultó. No simpatizaba con las cofradías y las tuvo tiesas con algunas de las que se arrimaron a La Purísima. Que pregunten a los veteranos de la Seráfica, o Jesús Amigo de los Niños y la Vera Cruz. Tarifaron con él. Y no le faltaba razón, las cosas como son. Los tiempos eran complicados y los cofrades de entonces básicamente querían salvar la procesión y el espectáculo, sin ofrecer nada más a cambio. Ese afán de penitencias no es religioso, decía. Y recitaba el versículo de Óseas, «Misericordia quiero y no sacrificios». Hablaba, sin ambages, de los «temporeros de la fe», que solo acuden al sonar de las cornetas.

No creía en las cofradías, pero siempre trató bien a los cofrades cuando se acercaban a él como sacerdote. Predicó triduos, novenas y todo lo que pidieron. No consideraba a los cofrades como respuesta válida para la vivencia de fe en nuestros días, aunque reconocía que no todo estaba mal y había cosas buenas y cofrades muy comprometidos. En su última etapa, a la vejez viruelas, dulcificó su postura y hasta permitió a algunas hermandades utilizar la parroquia para organizar el desfile procesional. No lo hacía por convicción, sentía repelús ante los cofrades que, genuflexos, ponían los ojos en blanco al dirigirse a la imagen. Era «el mercadeo de la fe: yo te doy, tú me das», o una especie de magia simpática o propiciatoria que nada tenía que ver con la religión y que, de manera inexorable, se adentraba en la idolatría. Unas cuantas discusiones, tan intensas y apasionadas como enriquecedoras, mantuvimos al respecto. Porque, eso sí, era un gran conversador y discrepar con él resultaba una experiencia deliciosa y siempre terminábamos alcanzando puntos de convergencia.

En uno de aquellos encuentros, algo caliente con el tema, llegó a pedir que nos fijásemos en quiénes ocultaban el rostro. No se cortó: terroristas, verdugos y cofrades. Genio y figura. En su última presencia en la tertulia editora de este digital, en diciembre de 2017, acuñó el concepto «cofradizar» que tanto hemos recordado estos días en algunos círculos cofrades. Lo soltó con saña, porque estaba en total desacuerdo: «hay un intento de “cofradizar” toda la diócesis», afirmó. Las veía venir –y eso que aún no había llegado el furor por las extraordinarias–, porque daba la impresión de que solo se movían las cofradías en la diócesis. Se refería a los propios medios diocesanos, que les daban un protagonismo desmedido en detrimento de las parroquias, delegaciones, colegios católicos, órdenes, movimientos y otros grupos o realidades eclesiales de lo más variopinto.

Estos últimos días, con el palabro-neologismo o con otras expresiones, se ha considerado bastante el asunto a causa de la procesión extraordinaria que, entre villancicos y olor a mazapán, desfiló hace unos días por nuestras calles acogiendo en su cortejo a los peregrinos de la esperanza. No debo opinar al respecto, por razones evidentes, y no voy a hacerlo. Ya lo están escribiendo otros, algunos en este mismo espacio, y me adhiero a sus atinadas consideraciones. Pero sí me he preguntado qué hubiera dicho o escrito Fructuoso si hubiera tenido que pasar por este trance. Discrepé muchas veces de sus afirmaciones categóricas, pero en esta ocasión creo que el café para comentarlo habría sido anodino al estar de acuerdo en todo.

 


0 comments:

¿Qué buscas?

Twitter YouTube Facebook
Proyecto editado por la Tertulia Cofrade Pasión