Mucho tiempo antes
de los reels y los smartphones, en aquella época en que tocaba
dosificar disparos, cuando ni había acreditaciones ni eran necesarias porque
los fotógrafos en una procesión se contaban con los dedos de una mano, ahí
estaba la dupla Quintano-García. Si en esos años 90 y dosmileros hubiese
existido una Selección Local Cofrade de retratistas, el Del Bosque capillita de
turno no lo habría dudado: sobre el césped no faltarían ni Alejandro ni Óscar.
Con ellos, victoria casi segura.
Si ha habido dos
dominadores del género, esos son ellos. Dos de los nuestros. Dos semanasanteros
que entre 1991 y 2009 se hicieron ‒se dice pronto‒ con más de la mitad de los concursos
para elegir el cartel anunciador de la semana grande de Salamanca. Once de
diecinueve. Hace dieciséis años del último y uno tiene la sensación de que, si
no se hubiesen retirado de forma prematura, el marcador sería más abultado.
A su izquierda, con
el dorsal número 6, Alejandro Quintano, el jefe del cotarro en la recta final
del siglo: 91, 93, 95, 97, 98 y 2002. A la derecha, con el 5, Óscar García, su homólogo
en el estreno del milenio: 2000, 2001, 2003, 2006 y 2009.
Dos grandes de la
fotografía que colgaron las botas cuando estaban en su mejor momento. Alejandro,
con su característica humildad de sacudirse esta fama efímera pese a ser hexacampeón.
Óscar, con una generosidad con la que lo mismo ejercía de webmaster del
primer portal especializado en las cofradías de la ciudad (su querida
salamancacofrade.com tan apreciada por cuantos la consultábamos) que te fundaba
una hermandad y le abría las puertas de La Purísima para asegurar su futuro.
Pocos pudieron
hincarle el diente a esta dupla en aquellas dos décadas para arrebatarles el
oro en el certamen. Lo consiguió, entre otros, Alfonso Barco, que luego ha
seguido sumando y que ya está en puestos Champions con tres medallas. Todo
parece indicar que, si continúa ‒tiene tesón y personalidad para hacerlo‒,
puede terminar siendo el nuevo dominador, además del más perseverante. A su
lado, Manuel López, que en los últimos años ha cogido la sartén por el mango:
con el cartel de este 2025 suma ya cuatro en menos de una década con
enriquecedores puntos de vista.
Nuestra Semana Santa tiene la suerte de contar con enormes y entusiastas
fotógrafos, aunque algunos de ellos se prodiguen menos de lo deseado. De las
instantáneas históricas de Gombau al auténtico iniciador: Luis Monzón, quien,
con pocos medios, pero con mucha raza, inauguró ese estilo de Pasión y
piedra que Alejandro y Óscar encumbraron. El estilo que más ha encandilado desde
entonces al cofrade salmantino. Un estilo repleto de nostálgicos que, con
injusta frecuencia, descalifican las buenas y variadas imágenes con las que se
viene ilustrando el cartel oficial gracias a un concurso al que, desde el
anonimato, las tablas y el acierto, puso su firma el inolvidable H. S. Tomé.
Un buen artículo. Leyéndolo uno se pregunta ¿y el homenaje a los fotógrafos mencionados? Que fácil es vivir del presente sin rigor, para ir rellenando el curriculo personal vacío de gloria. Hay que preguntarse, ¿habrá calles para poner distintivos a los cofrades más destacados de la historia???? Se ha abierto un melón que dejará en ridículo esta andadura por el desierto dela intrascendencia.
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