Durante este año se celebrarán
multitud de actos en las diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo que deberían
dejar una «semilla de
esperanza» para la
posterioridad.
El Cristo del Amor y la Paz marcó
el inicio del Jubileo de la Esperanza en la diócesis de Salamanca. Mientras que
los adornos navideños decoraban las calles, muchos eran los turistas que se
sorprendían de la salida de Cristo crucificado a solo tres días después de
haber venido al mundo. Por mucho que se explicara, resultaba difícil de
explicar.
Mucho más fácil de comprender fue
que la música llegara a la cárcel de Topas, una labor ingente normalmente
silenciada de la Pastoral Penitenciaria, o que se les quiera dar protagonismo a
los mayores y la soledad, la enfermedad del siglo XXI en la que todos debemos
estar realmente implicados.
Por el momento, solo la Hermandad
Dominicana ha preparado un programa exclusivo de actos que está desarrollando
mes a mes, mientras que el resto de cofradías están optando por sumarse en
mayor o menor medida a las actividades que organiza la diócesis de Salamanca. A
excepción de la inauguración que había pasos y música, la presencia de las
hermandades no está siendo muy destacada.
Al margen de las cofradías, sería
importante que el Jubileo de la Esperanza supusiese un punto y aparte como lo
hizo la Asamblea Diocesana. De todas aquellas reuniones, encuentros y
renovación, una de las apuestas más fuertes que realizó la Diócesis de
Salamanca, gobernada en ese momento por Carlos López, fue la creación de «Ranquines» para fundar un recurso que
hasta ese momento era inexistente que se preocupara de las personas sin
recursos con problemas de salud mental. El compromiso social manifestado en ese
momento fue inapelable sobre una necesidad social a la que las instituciones no
habían sido capaces de dar respuesta. No es la solución, pero sí es una manera
de acoger a personas que son rechazadas de la mayor parte de los recursos.
Por ello, sería necesario que el
Jubileo de la Esperanza también dejase un testimonio para los años venideros en
forma de acciones concretas que no se evaporasen en el pasar de fotos y
procesiones extraordinarias. «Ranquines» es el mejor ejemplo donde
apoyarse, por lo que hay bases para ir más allá de la esperanza.
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