De las muchas acepciones que tiene la palabra ordinario nos tocan varias, unas más de otras, en este mundo cofrade y religioso en el que andamos metidos.
La
primera, si consultamos el diccionario de la Real Academia, nos indica que,
usado como adjetivo, ordinario significa común, regular y que sucede
habitualmente. Y para los que no hayan estado atentos en la eucaristía del
domingo, las vestiduras del sacerdote eran todavía las propias del tiempo de la
navidad que acabó (como todo el mundo sabe) con la festividad del bautismo de
Jesús, y no tras verle la espalda a Baltasar. Aunque las luces ya se apagaran,
la Luz, sigue encendida.
Y
ahora ya sí entramos en el Tiempo Ordinario, que nos llevará hasta la cuaresma.
He querido ilustrar el artículo con el dibujo de Fano, para hacer un poco de
pedagogía catequética (que nunca viene mal). A mi mujer le funciona con sus
niños de comunión y quizá estamos al mismo nivel que ellos, el de no dar nada
por sabido y partir de lo básico.
Ordinario
es también el Jubileo que estamos celebrando en este año 2025, puesto que se
dispuso que se repitiera cada veinticinco años, por más que se haya apellidado
de la Esperanza y haya comenzado en forma de «procesión extraordinaria». Sería
peligroso que el jubileo, o las acciones que realicemos en torno a este tiempo
de gracia, se convirtieran en ordinarias (esta vez bajo la tercera acepción del
diccionario, también un adjetivo).
La
vida ordinaria de las cofradías, con jubileo o sin él, debe huir sin duda de
dicho adjetivo, cuidando más si cabe todos y cada uno de esos momentos que nos
hacen hermanos en el día a día, y aprovechar este tiempo ordinario, que no
precuaresmal, para reflexionar sobre la vida y las enseñanzas de Jesús, este
año, sin duda, con un enfoque especial en la Esperanza.
Nos
tocan también otro par de acepciones. La sexta, como adjetivo o sustantivo, se utiliza
para referirse al obispo (el ordinario de la diócesis), que debe velar porque
en su rebaño no aflore en demasía la tercera acepción.
La
última es la novena y dice que ordinario es lo relativo al conjunto de las
oraciones de las partes invariables de la misa, o así debiera ser, que según
quién, cómo, dónde y cuándo, lo invariable se vuelve mutable y acomodadizo,
pasando la eucaristía a ser ordinaria (esta vez de nuevo en su tercera
acepción).
¡Feliz
tiempo ordinario y jubilar!
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