martes, 14 de enero de 2025

Ordinario

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Pedro Martín


14-01-2025

De las muchas acepciones que tiene la palabra ordinario nos tocan varias, unas más de otras, en este mundo cofrade y religioso en el que andamos metidos.

La primera, si consultamos el diccionario de la Real Academia, nos indica que, usado como adjetivo, ordinario significa común, regular y que sucede habitualmente. Y para los que no hayan estado atentos en la eucaristía del domingo, las vestiduras del sacerdote eran todavía las propias del tiempo de la navidad que acabó (como todo el mundo sabe) con la festividad del bautismo de Jesús, y no tras verle la espalda a Baltasar. Aunque las luces ya se apagaran, la Luz, sigue encendida.

Y ahora ya sí entramos en el Tiempo Ordinario, que nos llevará hasta la cuaresma. He querido ilustrar el artículo con el dibujo de Fano, para hacer un poco de pedagogía catequética (que nunca viene mal). A mi mujer le funciona con sus niños de comunión y quizá estamos al mismo nivel que ellos, el de no dar nada por sabido y partir de lo básico.

Ordinario es también el Jubileo que estamos celebrando en este año 2025, puesto que se dispuso que se repitiera cada veinticinco años, por más que se haya apellidado de la Esperanza y haya comenzado en forma de «procesión extraordinaria». Sería peligroso que el jubileo, o las acciones que realicemos en torno a este tiempo de gracia, se convirtieran en ordinarias (esta vez bajo la tercera acepción del diccionario, también un adjetivo).

La vida ordinaria de las cofradías, con jubileo o sin él, debe huir sin duda de dicho adjetivo, cuidando más si cabe todos y cada uno de esos momentos que nos hacen hermanos en el día a día, y aprovechar este tiempo ordinario, que no precuaresmal, para reflexionar sobre la vida y las enseñanzas de Jesús, este año, sin duda, con un enfoque especial en la Esperanza.

Nos tocan también otro par de acepciones. La sexta, como adjetivo o sustantivo, se utiliza para referirse al obispo (el ordinario de la diócesis), que debe velar porque en su rebaño no aflore en demasía la tercera acepción.

La última es la novena y dice que ordinario es lo relativo al conjunto de las oraciones de las partes invariables de la misa, o así debiera ser, que según quién, cómo, dónde y cuándo, lo invariable se vuelve mutable y acomodadizo, pasando la eucaristía a ser ordinaria (esta vez de nuevo en su tercera acepción).

¡Feliz tiempo ordinario y jubilar!


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