viernes, 31 de enero de 2025

R1 de presidencia, primeras guardias

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Tomás González Blázquez

Tomás González Blázquez en la Tertulia Cofrade Pasión

31-01-2025

 

La primera vez nunca se olvida. La mía fue en miércoles, un 4 de junio en el servicio de Urgencias del Hospital Virgen de la Concha. Al desayuno del jueves me invitó Paloma. Acababa de terminar su primera guardia como residente de Medicina Interna pero en aquella secuencia de tarde y noche, diecisiete horas eternas, el novato era yo y ella la compañera más experimentada. Fue mi ángel de la guarda, como yo intenté ser, en los veranos siguientes, con quienes pasaban sucesivamente por el mismo trance del estreno.

Más de dieciséis años después vuelvo a ser «erre uno», en este caso de presidencia de cofradía, que en el trato cotidiano con las personas, complejo, apasionante, condenado a los errores frecuentes y a los aciertos ocasionales, se parece no poco a la Medicina Familiar y Comunitaria. O al menos a mí me sirve pensarlo para hacer el intento de aumentar el número de los aciertos y disminuir el de los errores, con resultado todavía por ver. Me consuela que esa primera guardia la hice a los pocos meses de licenciarme y este servicio, para el que me han elegido en la Vera Cruz y en el que me ha confirmado el obispo, lo asumo a punto de cumplir treinta años de cofrade.

De las primeras guardias siempre hay situaciones que se quedan grabadas. Si fueran sacramentos, diríamos que imprimen carácter, como el bautismo, la confirmación y el orden. Expresiones usadas por los pacientes, miradas de dolor o de consolación, gestos de sus familiares, comentarios de algún compañero, lugares concretos (el box 4B)… Ahora atravieso otras guardias primeras que, a su manera, también revelan las luces y las sombras propias y ajenas de cuantos iluminamos y oscurecemos este mundo cofrade. Guardias diarias de veinticuatro horas que requieren regular bien los descansos y los alivios, aunque a menudo no se dé con la tecla adecuada para conseguirlo. Guardias de quejas y de propuestas, de agobios y de esperanzas, de reuniones (muchas) y uniones (algunas), de realismo prudente y de ambición natural.

Hace un par de semanas hice una de las guardias más amables, el café al que invita a cada novato en el cargo la hospitalaria señora de esta casa, la Tertulia Cofrade «Pasión», en su hogar del Patio Chico. Concluía Félix, vecino de columna por estos lares, moderador del encuentro como presidente anfitrión, que me daban su particular visto bueno, aunque allí nada votaron ni debatieron. El caso es que a mí, necesitado de empaparme de saberes, como buen «erre uno», me vino bien escuchar sobre gestión de cuentas, e incluso se mencionó ese formulario común con que habríamos de contar las hermandades para su presentación más homogénea ante la autoridad diocesana que habría de supervisarlas. También tomé nota de los pareceres, diversos, sobre formación cofrade, la gran olvidada sea cual sea el enfoque que se proponga darle. Y me agradó ver tan integrado, y con actitud de «erre uno» también, a nuestro delegado diocesano de Laicos, el laico Santi Casanova.

Pronto vendrán nuevas guardias, nuevos retos, nuevas cruces, que es lo que mejor se ajusta al sentido pleno de servir en un cargo directivo. Estar en guardia para negarse a uno mismo, que tanto me cuesta, y tomar la cruz, que tanto le pesa a mi alma necesitada de ella.


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