En este Año Jubilar, fijos los ojos en Cristo, meta y destino del ser humano, damos la mano a María para que, al recorrer las estaciones de su vida, aliente y sostenga nuestras esperanzas.
[Primera estación] Novia de José
Era María novia de José, el
muchacho más bueno de todo Israel, cuando Dios le propuso venir a ser la Madre
del mismo Hijo de Dios. Se preguntaba María cómo se iba a realizar lo que se le
anunciaba y cómo se lo iba a tomar el bueno de José. Puso María su esperanza en
Dios, aceptando colaborar con el plan salvador de Dios y dejando que Dios disipara
las dudas del carpintero.
[Segunda estación] Parto en un establo
A punto ya de salir de cuentas,
recorriendo como forastera las calles del desconocido pueblo de Belén, llama
que llama María a puertas que no se abren. Se preguntaba María dónde podrá
alumbrar al Hijo de sus entrañas y por qué razón los hombres le cierran sus
puertas a Dios. Puso María su esperanza en Dios, aceptando que el parto ocurriera
en un refugio de ganado.
[Tercera estación] Aprendiendo a ser madre
Vio María llorar al pequeño en la
circuncisión; al presentarlo oyó hablar de una espada de dolor y de una bandera
discutida; huyendo de la muerte al extranjero se lo llevó. Se preguntaba María
qué sería de la suerte de su Niño y qué significado tenían las cosas que le
ocurrían. Puso María su esperanza en Dios, aceptando que Dios saliera fiador de
ella y protector de su Niño.
[Cuarta estación] El susto de una pérdida
Un día recibió María el susto de
haber perdido al Niño de sus ojos, viviendo la experiencia de no saber dónde
encontrar al que era el fruto de su vientre. Se puso a buscarlo entre parientes
y paisanos de la caravana, recorriendo las calles de la gran ciudad. Puso María
su esperanza en Dios y Dios le concedió la dicha y el consuelo del encuentro en
el mismo templo de Dios.
[Quinta estación] En el hogar de Nazaret
En el hogar de Nazaret fue María
alimentando y vistiendo a Jesús, que no dejaba de crecer en edad y en estatura.
Se preguntaba María de dónde sacar el pan de cada día con que alimentarle y el
vestido de cada temporada con que cubrirle. Puso María su esperanza en Dios y
Dios le ayudó a cubrir las necesidades del niño y adolescente Jesús.
[Sexta estación] Educadora de Jesús
Junto a José acometió María el
difícil arte de la educación de Jesús, a fin de que el Niño alcanzara también
la madurez deseada. Comprobaba María cómo el chaval tenía su fuerte y propia
personalidad y con clara y resuelta determinación seguía su propio camino. Puso
María su esperanza en Dios y Dios hizo que el Niño creciera también en
sabiduría y en gracia.
[Séptima estación] Viuda de José
Enfermó y falleció un día el
bueno de José y María vivió la experiencia amarga de dejar de ser esposa para
venir a ser viuda. Se preguntaba María qué sería de su suerte y qué sería del
futuro de Aquél que era a la par su Hijo y Señor. Puso María su esperanza en
Dios y Dios se encargó de sacar adelante al que era a la par Hijo de María e
Hijo de Dios también.
[Octava estación] Sola en Nazaret
La vida seguía su curso y llegó
el día en que Jesús decide irse de casa a realizar su misión y se queda la
Madre sola en Nazaret. Se preguntaba María qué destino aguardaría al Hijo lejos
del hogar y quién le ayudaría ahora a ella en su soledad. Puso María su
esperanza en Dios, entendiendo que tanto ella como su Hijo habían de cumplir
siempre con la voluntad de Dios.
[Novena estación] Apoyando desde la distancia
A su retiro y vida de soledad en
la aldea de Nazaret le llegan a María ecos de todo lo que su Hijo enseñaba y
hacía. Intuía María que las opiniones en torno a él se dividían y que no todo
el mundo quería y aceptaba al nuevo y desconocido rabino, oriundo de Nazaret. Puso
María su esperanza en Dios y, desde lejos, respaldando siempre a Jesús, siguió
apoyando la causa de Dios.
[Décima estación] La pasión de Jesús
Se sobresaltó un día María al
enterarse de la detención de su Hijo, de la cobarde huída de los amigos, del
injusto proceso, de las humillantes torturas. Se preguntaba María por la razón
de aquel sinsentido, sin saber qué hacer, sin nada poder hacer. Puso María su
esperanza en Dios, acompañando con entereza a Jesús, sabiendo que detrás de
todo está el sentido de Dios.
[Undécima
estación] Junto a la cruz de Jesús
Y en la cima del monte que llaman
Calvario clavan a Jesús en la cruz; clavan la cruz en la tierra y se queda
María clavada junto a la cruz. Asiste María a la agonía y muerte del mejor de
los hijos, mientras el sol se nubla y la tierra tiembla. Puso María su
esperanza en Dios y con llanto callado, una y mil veces, decía: «Hágase en mí
según tu palabra».
[Duodécima estación] El entierro de Jesús
En brazos recoge María el cuerpo
sin vida de aquel que en Belén fajara en pañales y llora al comprobar en qué
lamentable estado le han quedado. No encuentra María consuelo que le alivie y,
desvanecida, entre también ella en agonía de muerte. Puso María su esperanza en
Dios, asistiendo con la candela de la esperanza encendida, al sepelio de su
Hijo y Dios.
[Oración]
María,
tú eres la patrona de nuestra embarcación. Si desorientados, a ti te buscamos
como potente faro luminoso. Si náufragos, a ti te invocamos como esperada tabla
de salvación. Si zarandeados, en ti encontramos ancla firme de sujeción. Tú
eres la hermosa estrella del mar, que nos conduces a Cristo, puerto final y
seguro de toda navegación.
Nota
de la redacción: ayer se celebró la presentación de Jesús
en el templo, la fiesta de la Candelaria en la tradición popular. Los
misioneros de Mariannhill, en las vísperas, organizaron un año más su procesión
desde la capilla Christus Lumen Gentium hasta la iglesia de Nuestra Señora de
Fátima. A lo largo del recorrido se hicieron doce paradas para contemplar doce
momentos de la vida de María junto a Jesús. Los textos fueron escritos por el
padre Lino Herrero, misionero de Mariannhill. Gentilmente él los ha cedido a Pasión
en Salamanca para su publicación, de manera que puedan ser leídos y meditados
por todos los que lo deseen.
Que bonito y que espiritual, cada estación.
ResponderEliminarGracias