Las interpretaciones siguen abiertas, porque de cierto tiempo hacia atrás nos estrellamos contra el muro del vacío documental. El caso es que la portentosa imagen del Cristo de la Agonía Redentora anda ya por los quinientos años. Estilísticamente se ha datado en el primer cuarto del siglo XVI, emparentándola con esos autores tardogóticos que, siguiendo la estela de Gil de Siloé, prolongan los influjos flamencos que tanto arraigaron en ese sustrato abonado por el tremendismo castellano. Gustó mucho este tipo de imágenes, secas por la deshidratación, nervudas y angulosas, transidas de patetismo. Y el modelo se repitió bastante por estas tierras del interior meseteño. Juan de Balmaseda nos dejó algún ejemplo notable de estos crucificados. Sin su grandeza, los émulos se sucedieron y los encontramos repartidos por bastantes iglesias de las que salpican los extensos paisajes del otrora poderoso reino.
Sin autoría ni fecha clara, la
cofradía que lo cuida y saca en procesión ha decidido dedicar este año de
gracia y jubileo, 2025, a la imagen del Cristo de la Agonía Redentora. La
titulación no se ajusta a la realidad, porque el Cristo está ya muerto, pero
cualquiera intenta ya corregir el equívoco. El revisionismo, en este mundo tan
apasionado y tradicional, está condenado al fracaso. La denominación la puso el
recordado Rafael Sánchez Pascual, que fue archivero diocesano y primer
consiliario de la cofradía. Para no confundirlo con el de la Seráfica Hermandad
añadió el adjetivo redentora. En todo caso, lo importante es que se aprovecha
el final de la horquilla cronológica para celebrar los quinientos años.
En breve, la cofradía, bien
dirigida ahora por Roberto Sánchez, presentará el programa de actos para
conmemorar el aniversario. Estaría mal que me adelantara a ello, abusando de la
confianza que me han conferido, y desvelara qué se va a realizar. Sí puedo
decir que, de lo que entiendo un poco, está bien orientado y, espero, va a
servir para que a lo largo del año la imagen esté muy presente en la vida
religiosa y cultural de Salamanca. Entre lo ordinario estará también, el
Domingo de Pasión, El Poeta ante la Cruz, el gran homenaje anual a la
imagen, que este año promete mucho con Víctor Herrero, no hace mucho ganador
del premio de poesía Ciudad de Salamanca, y la procesión que se inicia al
concluir el Miércoles Santo. Lo extraordinario en extraordinario debería
quedar, como el viacrucis del 8 de marzo, porque de lo contrario acaba siendo
ordinario y termina por depreciarse. Pero, menudencias al margen, quedamos
todos a la espera de que se oficialice el programa para que cada cual se centre
en lo que más le interese, porque habrá actos para todos los gustos y
sensibilidades. Que sea todo ad maiorem Dei gloriam.
0 comments: