miércoles, 19 de febrero de 2025

Aranceles

| | 0 comments

P. P. Mateos

Vidriera de Luis Quico, Museo de Semana Santa de Zamora

19-02-2025


Durante décadas habíamos visto acuerdos de libre comercio que incluían la supresión de aranceles. Estos acuerdos eran noticias relevantes que aparecían en los medios de comunicación generando expectativas de crecimiento etc. Pero ahora vemos justamente las noticias contrarias y con ellas las amenazas de guerras arancelarias donde unos países se protegen contra otros que también se protegen, independientemente la motivación que tengan o de quien las haya iniciado.

Parece ser que la economía también cumple las reglas del evangelio: «Tratad a los hombres de la manera de que vosotros queréis ser de ellos tratados» (Lc 6,31). Es la conocida como regla de oro, no es exclusiva del cristianismo como veremos.

No tendría que protegerme de nadie si nadie tuviese que protegerse de mí. Este podría ser un primer punto de llegada. ¿Por qué me tengo que proteger? Porque hay algo que poseo, me afecta, he realizado, logrado, tengo… y que a otro le interesa. No se trata de ser ingenuo, sino de tomar conciencia de que la acción cotidiana es determinante de las grandes decisiones.

El Nuevo Testamento que nos lega el Mandamiento Nuevo elimina toda guerra arancelaria o no. Las elimina porque hemos de compartir como hermanos el ser y el tener. ¿Por qué hay inmigrantes? Porque vienen a buscar lo que no tienen y también, como nosotros, quieren una vida mejor. Por otra parte, hay deportaciones porque solo queremos que vengan los que necesitamos para vivir cómodamente y alguien tiene que hacer determinados trabajos.

La filosofía moderna sacó a la conocida como regla de oro del ámbito religioso y la convirtió en fundamento de la norma, entendida como sistema de principios, que todos los hombres pueden compartir a la hora de ordenar su actividad personal y social. Sin embargo, sería en la filosofía del criticismo donde la regla de oro adquiera un carácter indiscutible: actúa de tal modo que puedas igualmente querer que tu máxima de acción se vuelva una ley universal.

Después de la Ilustración la filosofía distinguía diferentes formulaciones de la regla de oro: lo que tú mismo temas, no lo hagas a los demás, lo que deseas para ti, hazlo a los demás, lo que reprochas a otros, no lo hagas tú mismo; debes actuar como juzgas que los demás deben hacerlo. En la última década del siglo XX la regla de oro queda formulada como mandamiento para las relaciones interpersonales en ausencia de empatía: «¡Respeta al otro como a ti mismo!».

No podemos seguir quejándonos de lo que está pasando mientras nuestra vida cotidiana siga carente de la regla de oro puesto que si tuviésemos más poder incurriríamos en los mismos errores. No se trata de esperar a que cambie el mundo para que yo cambie, se trata de cambiar yo para que el mundo cambie un poco.

Más aún, se trata de vivir como vivió Él, aunque le supuso la cruz. Mirándolo a Él encontramos al único hombre que vivió sin aranceles, sin protecciones, solo con la protección del Padre… y lo Resucitó.


0 comments:

¿Qué buscas?

Twitter YouTube Facebook
Proyecto editado por la Tertulia Cofrade Pasión