viernes, 14 de febrero de 2025

Dimes y diretes

| | 0 comments

Pedro Martín

Tomás Martín | Fotografía: Pablo de la Peña

21-02-2025

Tiene la costumbre el mes más pequeño del año, a caballo entre la navidad y la cuaresma, de traerme recuerdos encontrados. Y este año comenzó con un mensaje de Pablo de la Peña, pidiéndome permiso para ceder fotografías de mi padre que le habían solicitado para algo relacionado con la Semana Santa. Por ello, y como no podía ser de otra manera, ilustra una de sus instantáneas este artículo. Por supuesto que, después de nueve años, es un orgullo que la figura de mi padre siga siendo un referente en la Semana Santa de mi ciudad y, lo que es más importante para mí, «mi referente».

Días después, la junta general del Rescatado, donde aquel año la ausencia de mi padre fue la noticia más triste posible, fueron varias las personas con las que evocamos su recuerdo, su forma de ser y de actuar en la vida y en la Semana Santa.

Me honra, sin duda, y me sirve de espejo en el que reflejarme para intentar, si quiera, acercarme a su forma de entender y enfrentar los dimes y diretes de esta vocación nuestra. Me pregunto una y otra vez cómo actuaría él en este o aquel conflicto. ¿Qué propondría? En momentos de dificultad, en situaciones de dolor en las cofradías, de choques entre hermanos (pues todos fallamos), tenemos que fijarnos más en nuestros mayores y lo que hacían, templar ánimos, aunar esfuerzos, dialogar, limar asperezas y conciliar. Cierto es que discutió con todo el mundo, pero como bien decía el amigo Julián Alcántara, al final acababa hablándose con todos.

Otra enseñanza que nos dejó fue saber estar siempre al servicio, a lo que se pida de la parroquia o de la congregación, por más que a veces no entendiera alguna decisión tomada por aquellos que en un momento determinado teníamos una responsabilidad, y que maduradas en la oración, se veían de otra manera. Cuánta oración necesitamos.

La de veces que amenazó con darse de baja ante desencuentros por nimiedades o por falta de entendimiento o comunicación, que tras la misa de siete y media, quedaban en nada. Así era Tomás, impulsivo, pero reflexivo a la vez, y siempre crítico, pero en una crítica de esa que ya no se lleva, para construir, para mejorar, para evangelizar.

Una de sus frases, que pronunciaba cada vez con más frecuencia, era que le sobraban las procesiones. No le faltaba razón. Dicen que con el paso del tiempo me parezco más a él, en físico y en forma de ser, quizá en este aspecto también piense como él. Le damos demasiada importancia a algo que no la tiene en sí misma si no se acompaña de una «vida cofrade».

Ya imagináis los que le conocíais bien, qué pensaría de magnas, ordinarias y extraordinarias. Que todo en su justa medida. O de esta moda de concluir cualquier congreso o encuentro con una procesión extemporánea, sin sentido. Qué diría de ver a su Rescatado en un evento semejante, lo tendrían que oír. ¿Habemus Magna en Salamanca en 2026? Podría ser.

Preguntaría que hay organizado por y para las cofradías por el jubileo de la Esperanza, al conocer el ¿programa? diría: «Pues muy mal, no vamos a hacer nada ni cofradías ni obispado, así nos va». No se callaba. Ni con su padre, ni con el obispo.

Pondría de su parte y de sus recuerdos, para solventar la atípica situación de vacío legal de la Hermandad Universitaria, mediando si fuera preciso entre unos y otros, como ya hizo en múltiples ocasiones. Eso hay que solucionarlo. Y participaría de cultos, también de preparativos, montajes y ensayos, de convivencias y encuentros, de tertulias y cafés, pero sobre todo de ese encuentro íntimo y personal con el Señor, que es de donde nace todo, sin eso, no queda nada, el vacío.

Qué gran modelo, cuánto te echamos de menos, cuántos como Tomás necesitamos en nuestras cofradías y en nuestra Iglesia.


0 comments:

¿Qué buscas?

Twitter YouTube Facebook
Proyecto editado por la Tertulia Cofrade Pasión