miércoles, 12 de febrero de 2025

Un apunte sobre Consejo Rector de la Junta de Semana Santa

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 J. M. Ferreira Cunquero

Foto: jmfcunquero

12-02-2025


Ya en tiempos del presidente Cornejo (época que por fructífera se nos antoja a algunos como inolvidable) le exponía lo que, sin duda, es algo extraño o cuando menos sorprendente, sobre la configuración del Consejo Rector de la Junta de Semana Santa de Salamanca.

No entendía y sigo sin comprender, cómo es posible que cuatro personas ajenas a la más alta dirección de las cofradías, lleguen por medio de unas elecciones organizadas por estas, para dirigir sus pasos sin que ninguna de ellas forme parte del propio Consejo.

Se me hace incomprensible que los intereses, sobre todo los dinerarios, que surgen de las distintas aportaciones de las administraciones públicas, tengan en un primer momento la intervención de ese ente administrativo, sin presencia de las verdaderas generadoras de la movida cofrade, que no son otras que las cofradías.

Esto no quiere decir en ningún caso que quienes forman parte del actual Consejo o de los anteriores, puedan estar bajo sospecha alguna, ya que los controles y todo el ritual de exigencias contables, doy por seguro que se llevan a cabo conforme a lo que dicta la ley. Faltaría más.

Pero pese a esas reglas de juego exigentes en cualquier institución, es verdad que algo falla en el sistema regente cuando, por ejemplo, el citado Consejo Rector en su historia más reciente, estuvo sin tesorero durante una larga temporada, sin que nadie, que sepamos, levantase la voz ante lo que nunca puede ni debe ocurrir, al estar por medio un pastamen que tiene rimbombantes apellidos públicos.

Pero más allá de los asuntos económicos, hay otras temáticas no menos importantes que deberían exigir cuando menos la inclusión de tres miembros en representación de las cofradías que, dentro del consejo, comprueben y testifiquen lo que ocurre en cada reunión del que debe ser más que importante, imprescindible estamento cofrade. Tres miembros con derecho a voto que, por su número, nunca puedan tener el poder de decisión, al estar en minoría frente al voto decisivo del presidente de la Junta de Semana Santa.

No se trata de restarle poder a nadie, sino de acoger como normalidad la presencia viva de los hermanos mayores y sus juntas, en todos y cada uno de los estamentos de decisión que puedan influir en el desarrollo normal de la activad de las hermandades.

Lo curioso es que, en tiempos pretéritos, las cofradías estaban integradas en el órgano superior, sin que pueda entenderse que, en una modificación de estatutos, fuesen las propias entidades cofrades las que aprobaron su exclusión del ente organizativo que debe actuar en su nombre.

Pero como decía principiando estas letras, el poder real está en las cofradías y hemos de esperar que por mucha tranquilidad que reine en este momento histórico, se caiga en la cuenta de que atar el futuro es una obligación para quienes de forma circunstancial dirigen en este momento la acción cofrade desde las distintas congregaciones, hermandades y cofradías de nuestra ciudad.

No sería nada problemático hacer ese cambio de Estatutos, pues si recordamos por vía adecuación, se modificaron las reglas de juego, como si tal cosa apenas hace cuatro días. Más fácil aún es la modificación o lo que venga, con este obispo tan hogareño y comprensivo con las propuestas cofrades que se le ponen encima de la mesa.

 

 

 

 

 

 

 

 


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