miércoles, 26 de febrero de 2025

Los enteraos

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Jesús A. Alonso Cuesta

José Luis García Cossío «El Selu de Cádiz»

26-02-2025

 

Aprovecho nuevamente la tribuna que me brinda Pasión en Salamanca para acercarles, como ya hice hace un año, la riqueza del Carnaval de Cádiz.

Esta vez quiero hablarles de «Los enteraos», una chirigota de culto que, aunque se quedó sin el primer premio en 2009, sigue siendo recordada con fervor entre los carnavaleros. Con letra y música de José Luis García Cossío «El Selu de Cádiz», doce gaditanos retrataron con ironía y humor la actualidad del momento (aunque muchas de sus letras tendrían vigencia hoy mismo) desde el prisma del típico personaje que todo lo sabe hasta el punto de que «Dios hizo el mundo en seis días, y él lo hubiera hecho en dos».

Selu aborda temas tan variopintos como la construcción del gran puente de acceso a Cádiz, el futbol, el toreo o la belleza de la alcaldesa de la época, la sempiterna Teófila Martínez. Tal vez si hubiera abordado el tema semanasantero habría ganado el concurso, quien sabe. De lo que no cabe duda, es que la figura del enterado (como diría el tarantinesco Django, la D es muda) es muy cofrade. Todos conocemos a enteraos, y todos somos, o hemos sido, enteraos.

El enterao tiene una cosa buena, y es que se le ve venir. Desde que hace aparición en un acto, ensayo o concierto sabes quién es y sabes que haría mejor cualquier cosa de las que está viendo, su mirada escrutadora y condescendiente y los cuchicheos con otro congénere enterao si va acompañado, son la pista perfecta para saber que se está ante él.

Él (o ella, que también las hay) toca la trompeta mejor que Arturo Sandoval (aunque el último instrumento que tocara fuera la flauta Honner en 6º de primaria), dirige un paso mejor que Manuel Villanueva Granados (pese a que lo más cerca que ha estado de un martillo es en el juego «Chicotaz») y pregona mejor que García Barbeito (pese a que su rima favorita es Salamanca con blanca). Este podría ser denominado como el «Enterao ordinario», el cual no hace daño más que a sí mismo y es simplemente un individuo más de este submundo llamado, de forma global, Semana Santa.

Sin embargo, hay otro tipo enterao que sí es más peligroso: el que convierte sus palabras en hechos. El que, con apenas cuatro o cinco primaveras de más (o de menos según se mire) se atreve a ostentar cargos de responsabilidad bajo el cuestionable paraguas de la ilusión.

Hagamos un pequeño juego querido lector, ¿De quién se acuerda cuando le hablo del capataz/director/dirigente incluso hermano mayor, que aparece de la nada y empieza a cuestionar hasta la idiosincrasia ganada durante décadas de su corporación? Efectivamente, el enterao profesional.

Estos son uno de los verdaderos peligros de algunas de nuestras cofradías, ahora que muchas de ellas no están pasando por su mejor momento, como se suele decir «a rio revuelto, ganancia de pescadores». En los últimos meses he leído a algunos compañeros de espacio hablar de la juventud y sus bondades. Mis escasos treinta años me impiden opinar otra cosa. Sin embargo, la juventud nunca puede ir sin la compañía de la veteranía.

La juventud va de la mano de la ilusión, la pasión y muchas veces de un pensamiento crítico y disruptivo muy necesario en un mundo tan conservador como el de nuestras cofradías. Pero la juventud también es lega e impulsiva, siendo necesarias las bridas de la experiencia para evitar pasadas de frenada.

Por supuesto que entre cofrades veteranos también hay quien se cree que cualquier tiempo pasado fue mejor y que se tienen que hacer las cosas como se han hecho toda la vida, e igualmente están equivocados. La Semana Santa, como piedad popular, debe adaptarse a los tiempos que le tocan, pero sin perder su identidad.

Ese es uno de los retos de la futura Semana Santa, saber aunar juventud y veteranía, resiliencia e idiosincrasia, evolución y tradición. Y desterrar al enterao, al joven y al no tan joven, porque aunque creamos que el enemigo está fuera, en muchas ocasiones dormimos con él.

Si han llegado hasta aquí no me queda nada más que desearles una reflexiva y vivida cuaresma (el feliz cuaresma que empezarán a oír también es buen síntoma de enteraísmo).

Porque parafraseando al citado pregonero… «Esperad mis impacientes paisanos, para tener cenizas sobre el cráneo, nos falta solamente una semana». Me cachis en la mar, se me escapó.


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