lunes, 24 de febrero de 2025

Un espacio para la exposición permanente de la Semana Santa

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Juan Manuel Lorenzo Díez

Exposición Lignum Crucis, de 2006 | Fotografía: Haro (Cortesía Cofradía Vera Cruz)

25-02-2025


Si bien este es un tema que se habrá tratado en numerosas ocasiones, desde diferentes perspectivas y con distintos planteamientos, no por conocido deja de ser actual. Y es que los debates sobre la exposición de la Semana Santa están presentes a día de hoy en numerosos puntos y de distinta manera. Así lo corroboran ejemplos vecinos como son los museos de Semana Santa de León o de Zamora. Y, aunque posiblemente estos sean dos de los ejemplos más llamativos del país por sus características ‒y, desgraciadamente, sus polémicas‒, son muchos los municipios del resto del territorio español que dedican un espacio (salas, iglesias, incluso criptas) para fijar un punto de referencia de esta celebración en su correspondiente ciudad.

Es cierto que cada lugar tiene su idiosincrasia y que exponer una manifestación tan poliédrica como la Semana Santa al turista (y al cofrade de algún punto lejano ‒y no tan lejano‒) que se acerque a conocerla fuera de las fechas, no es cosa fácil. A pesar de las diferentes tecnologías y medios digitales con los que hoy contamos, en la mayoría de ocasiones, la experiencia de conocimiento del lugar comienza cuando las personas llegan físicamente allí y termina cuando estas lo abandonan. Y aunque tal vez sea difícil escucharlo, si un individuo que no esté un poco versado en el tema va a Salamanca, este se verá con algunas dificultades para tener una primera aproximación clara acerca de su Semana Santa.

Por ello, estos espacios físicos, estos puntos de referencia, continúan siendo a día de hoy importantes. En numerosos casos su exposición no es la mejor, mucho menos la más vanguardista, pues solo suelen estar dotados de los enseres, algunos pasos y/o hábitos, y en los mejores casos de un video o paneles que los complemente, con unos criterios un tanto anticuados. Pero, a pesar de ello, cumplen una mínima función y, sorprendentemente, en muchos casos esa materialidad genera un atractivo que fija unas ideas y permiten seguir conociendo dicha fiesta en otras ocasiones o de otro modo.

Aunque a veces los términos «Semana Santa» y «musealización» no acaben de funcionar e incluso puedan llegar generar pequeños conflictos, no tanto relacionados con el mundo del discurso o la logística, más bien con aquello que hay que seleccionar para mostrar (o más concretamente con lo que no se va a seleccionar), es innegable que en la actualidad generan un gran impacto cultural y educativo y una poderosa visibilidad y reconocimiento.

Pese a que la exhibición de los materiales no siempre sea amiga de la buena conservación, que la conservación no siempre vaya de la mano con los recursos óptimos, o que los recursos no se correspondan en algunos momentos con el rendimiento esperado, siempre será más beneficioso y generará más oportunidades la presencia de estos espacios. [Además, lógicamente, siempre se irá buscando el equilibrio entre estas cuestiones].

En algunas ocasiones se habló del templo del Arrabal. Yo mismo me imagino a veces un museo en la ideal ubicación del solar situado entre las Úrsulas y Ramón y Cajal… Sin embargo, no hacen falta proyectos mastodónticos, simplemente contar con un buen material (el cual Salamanca posee sobradamente) y alojarlo con cierto criterio y gusto en algún espacio (el cual también estoy convencido que la ciudad posee), para que aquel visitante despistado pueda comenzar a conocer la preciosa historia de siglos de las cofradías salmantinas y su rico patrimonio y cultura.



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