lunes, 10 de marzo de 2025

Cuanto peor… más le recordamos

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 J. M. Ferreira Cunquero

Francisco Rodríguez Pascual. Foto: jmfcunquero








10-03-2025
 
 
El primer paso de la ignorancia es presumir de saber,
 y muchos sabrían si no pensasen que saben.

 Baltasar Gracián
 

Con cierta tristeza, torna en mis horas bajas la figura de quien fue sacerdote, maestro y defensor como pocos de la religiosidad popular.

Francisco Rodríguez Pascual fue uno de los benditos hijos de la tierra zamorana, que nacieron para defender esa identidad hereditaria que marca sin discusión alguna lo que somos.

Fue capaz, porque era un hombre privilegiado por la ilustración que vestía, de enfrentarse incluso a alguno de aquellos obispos que tuvieron la osadía de despreciar al mundo cofrade.

Avivó muchas veces el avispero semanasantero, al señalar a curas, caciques y dirigentes que vieron en las cofradías, un trampolín social para el postureo más cochambroso que pone las ridículas medallas del ego y su santa compaña.

A él, la tertulia cofrade Pasión, le debe las aportaciones fundamentales que componen el tuétano filosófico de su existencia. La Semana Santa procesional necesitaba según nuestro recordado amigo y compañero de fatigas, el contrapunto que debe señalar, lo que seguramente se quedaría en el sótano de los sigilos, gracias a esa prepotencia que asoma el pelaje, apenas el gorrilla de turno se pone a guardar la corrala.

Y esa tristeza que recordaba principiando estas letras, llega cuando constato que la figura de tan insigne antropólogo, vaga ya en ese olvido que macera este tiempo de banalidades, gracias a los indoctos y osados maestrillos, que a través del rederismo social, pueden vender la planicie de la tierra o la nieve de metacrilato, mientras vía YouTube se montan el cachondorrio cofradiero.

Don Paco ponía su acento en la necesidad formativa como elemento fundamental para el crecimiento cofrade. Así nuestra tertulia comenzó sus ciclos formativos, recibiendo en nuestra sede, a la gente más instruida de las diversas materias que deben ser imprescindibles, para militar como penitentes sensatos dentro de la sociedad y la Iglesia. Por ello bebimos y degustamos la palabra de sabios representantes de la Universidad, la Iglesia, los medios de comunicación etc.

Pero llegó aquel momento en que pudimos celebrar que nuestra diócesis por fin cayese en la cuenta de que la formación era imprescindible para los cofrades, por cierto, muy desamparados desde siempre en esta materia por nuestra diócesis.

Ahora me pregunto qué diría don Francisco desde aquella valentía que impregnó siempre sus colaboraciones de prensa, sobre esta formación que se imparte en los actuales y brevísimos cursos diocesanos, que sirven para otorgar diplomaturas y cátedras dirigentes. 

Pero sobre todo me pregunto si esta tertulia que Rodríguez Pascual apoyó hasta su muerte, ha torcido el paso o si se mantiene en el que es uno de los principales caminos que podrían seguir defendiendo su existencia. Algo debe quedar de aquellos propósitos, cuando el agua nos la siguen bendiciendo en las traseras de las capillitas del tururú...

 

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