La
Semana Santa de 2025 en Salamanca será recordada como una de las más
desafiantes de las últimas décadas. La persistente lluvia que cayó sobre la
ciudad durante gran parte de los días santos obligó a suspender numerosas
procesiones y a modificar otras, trastocando el programa litúrgico y
patrimonial que las cofradías habían preparado con esmero. Sin embargo, más
allá de las dificultades meteorológicas, la fe de los cofrades y la respuesta
de los fieles demostraron que la Semana Santa en Salamanca sigue siendo una
celebración viva, cargada de simbolismo, memoria y espiritualidad.
Las
precipitaciones comenzaron a afectar el desarrollo de los actos desde el
Viernes de Dolores, jornada en la que la Cofradía de la Vera Cruz no pudo
realizar el Via Matris. Algo parecido sucedió con otras cofradías y hermandades
que se han visto afectadas, sobre todo aquellas que procesionan el Viernes
Santo, día en el que hay un número mayor de desfiles procesionales. El Cristo
de la Vela también tuvo que reducir su recorrido debido a las malas condiciones
climáticas en que se ha desarrollado la Semana Santa.
Más allá de la climatología
adversa, la Semana Santa no se mide únicamente por el número de procesiones que
recorren las calles, sino por el fervor con que se prepara cada una de ellas.
La lluvia podrá detener los pasos, pero no el ímpetu ni la entrega de los
cofrades, que durante meses dedican su tiempo, su esfuerzo y su alma a cada
detalle: desde el ensayo de las cuadrillas hasta el cuidado de los enseres, la
música o la organización de los cultos. Porque lo verdaderamente importante no
es solo lo que se ve en la calle, sino todo lo que late detrás: la devoción, la
fraternidad y el deseo compartido de que, cuando llegue el momento, el desfile
procesional sea un reflejo de perfección y fe. Esa es la esencia que ninguna
lluvia puede borrar.
Uno
de los eventos destacados ha sido poder ver en la calle la imagen del Cristo de
la Agonía Redentora, que celebra su quinientos aniversario. Este año se han
celebrado en torno a la imagen diferentes actos, que no finalizan con el
desfile procesional, sino que se prolongan a lo largo del año. En el mes de
octubre una serie de conferencias de alto nivel abordarán cuestiones sobre la
talla desde dimensiones artísticas, teológicas e históricas, que consolidan la
imagen como una de las principales de la Semana Santa salamantina.
Quizás
en el balance de la Semana Santa debamos quedarnos con que la fuerza o la
potencia que tiene no reside solo en la calidad de las imágenes que atesora,
tampoco en un conjunto de interés turístico internacional, sino en la devoción
de cada uno de los cofrades que hacen posible que todo esto salga adelante, año
a año, pese a las adversidades, sean estas climatológicas o de cualquier otro
tipo.
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