viernes, 18 de abril de 2025

Viernes Santo

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 P. P. Mateos

Fotografía: Pablo de la Peña

 18-04-2025 


Un día cargado de recuerdos y emociones, sobre todo ver a Ntra. Sra. de las Angustias que en pos de Jesús Rescatado parecía marcar un punto y final con el cuerpo de su Hijo en sus brazos. En aquellos días comenzó una reflexión que tuvo su origen en unas palabras de mi recordado párroco, ya difunto: «Las imágenes son el evangelio de los pobres». Frase que tiene todo su sentido y motivación en tiempos en que el analfabetismo era el patrimonio de los pobres. Ahora, en cambio, podríamos decir que son la denuncia permanente de que no nos acercamos a la Escritura para leer y releer con gusto los textos que narran los acontecimientos por los que conocimos al Señor: «Felipe, quien me ha visto a mí, ha visto al Padre».

Sea como fuere, el Viernes Santo desde entonces es para mí un día muy grande donde contemplo el amor entregado y no recibido. Decía el Señor: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos». Pues bien, él, el Señor, dio su vida también por sus enemigos, incluso los exculpó y nos exculpó a todos en realidad:«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».

Necesitamos traspasar clavos, espinas, sangre, látigos, insultos, bofetadas, risas y todas las demás atrocidades que entonces se cometieron y seguimos cometiendo hoy, puesto que está escrito: «Lo que hacéis con uno de estos pequeños, conmigo lo hacéis», para que podamos acercarnos a contemplar la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo desde la perspectiva de las actitudes y de los gestos que se muestran en él, que todo esto padeció.

Podemos contemplar al Siervo sostenido por el Señor. Lejos de comportarse como sus perseguidores y verdugos, solo tiene ojos para el amor. Consuela a las piadosas mujeres y entrega su rostro a la Verónica (que, aunque no aparece en la Biblia, si se conserva en la tradición de la Iglesia). Exculpa a sus verdugos, acoge al ladrón arrepentido, expresa su humildad pidiendo beber. Tiene ojos para su madre y para su amigo. Descansa en el Padre entregando su espíritu cuando todo está cumplido.

Falta una palabra de las siete: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Pero no es un olvido. Es muy luminoso pensar esta palabra del Señor como una alabanza: Realmente, Padre, ¡crees que un hombre solo puede vivir esto! Solo quien ama cree capaz de todo a quien ama y… Dios es amor. Y en ese amor al hombre lo cree capaz de todo lo mejor y nos dio como ejemplo de lo que es bueno a su Hijo.

No se puede amar sin sufrir y por eso nos dejó dicho: «Permaneced en mi amor como yo permanezco en el Padre». Recordemos la alegoría de la vid y los sarmientos, tal vez para que podamos llegar al final de nuestra existencia con comportamientos similares a los suyos. Sin él no podemos, pero con él todo es posible.

Como dice un amigo mío: «Que te ame tanto, Señor, que no pueda ofenderte».

Feliz Viernes Santo.

 

 


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