Durante el mes de mayo, el pueblo
de Dios siente la necesidad de intensificar su propia devoción a María, cuya
presencia maternal es apoyo para los cristianos y para todo el mundo. Dos
fiestas destacan en este mes: el 13 de mayo, recordamos la aparición de la
Virgen en Fátima y su llamamiento a la conversión, mientras que el 24 del mismo
mes la Iglesia celebra a la Madre de Dios bajo la advocación de «Santa
María, Auxilio de los cristianos».
Los dos títulos más frecuentes
que podían leerse en las inscripciones de antiguas iglesias o monumentos de
Oriente eran: «Madre de Dios» (Theotokos) y «Auxiliadora» (Boeteia).
San Juan Crisóstomo, patriarca de
Constantinopla y padre de la Iglesia de Oriente, definía así a la Virgen María
en el siglo IV: «Auxilio potentísimo, fuerte y eficaz de los que siguen a
Cristo».
En el siglo XVI, el papa san Pío V, gran devoto de la Virgen, después de la
victoria cristiana sobre los ejércitos musulmanes en la batalla de Lepanto,
ordenó incluir en el corpus de las letanías marianas la invocación a “María,
Auxilio de los cristianos”. Más de dos siglos después, en tiempos de
Napoleón, el papa Pío VII fue apresado por órdenes del emperador francés. El
pontífice pidió el auxilio de María para superar la terrible situación que se
había suscitado al encontrarse con una Iglesia secuestrada por el poder
imperial. Así, prometió que, una vez recuperada su libertad, decretaría una
nueva fiesta mariana para la Iglesia Católica. Una vez producida la caída de Napoleón,
el Santo Padre retorna triunfante a la sede pontificia el 24 de mayo de 1814 y
decreta que, a partir de entonces, esa fecha sea destinada para celebrar la
fiesta de María Auxiliadora.
Pero sin duda fue San Juan Bosco,
el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el
mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad: «No he sido yo, ha
sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado».
Desde entonces, y continuando con
una hermosa y ya consolidada tradición, también este año en nuestra ciudad de
Salamanca a través de la comunidad salesiana Don Bosco se nos propone, a toda
la comunidad cristina, un itinerario de devoción mariana para compartir en
grupo o individualmente con quienes deseen confiarse a la “Virgen de Don
Bosco”. Una confianza que se vuelve elemento importante de nuestra fe
cristiana, católica. Ella nos ofrece consuelo, apoyo y esperanza en el duro
bregar de cada día.
Este año, la novena quiere
conducir a los fieles a redescubrir qué es posible hacer para volver a María,
redescubriendo la propia filiación bajo el lema: «Ser hijos».
En la cruz, Jesús quiso ofrecer, de manera fácilmente accesible y entendible
para todos, la espiritual maternidad de María entregándole al joven discípulo
predilecto como hijo.
María habla a los pequeños
porque confía a sus hijos desde el principio su mensaje de amor. Todos los
jóvenes elegidos por María son «puros de corazón».
Desde entonces, generaciones y
generaciones de creyentes, la invocamos y recurrimos a ella con amor y esperanza.
Y la Virgen expresa su maternidad en «en su singular proximidad al hombre y a
todas sus vicisitudes».
Como afirmaba contundentemente el
fundador de los salesianos: «Confiad siempre en Jesús Sacramentado
y María Auxiliadora y veréis lo que son milagros». El próximo 23 de mayo
tendremos la oportunidad de acercarnos una vez más a agradecer esa maternidad
espiritual.
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