La veneración del
cuerpo de santa Teresa ha evidenciado distintas maneras de entender la
veneración. Se agradece que nuestro obispo no tenga pelos en la lengua para
levantar la voz ante lo que, a su juicio, le parece solo morbo.
La
exposición del cuerpo de santa Teresa ha generado un movimiento innegable en
Alba de Tormes. A pesar de la declaración del Año Jubilar y la apertura de las
Puertas Santas tanto en la villa ducal como en las catedrales de Salamanca y
Ciudad Rodrigo, la cifra de peregrinos y visitantes no se ha acercado ni de
lejos a la conseguida por la posibilidad de observar, a escasos metros, el
cadáver de la santa andariega.
La
iniciativa del prior, Miguel Ángel González, ha sido incuestionable como foco
de atracción y, hasta ahora, no había suscitado ninguna crítica por parte de
las autoridades eclesiásticas. De hecho, el propio nuncio del papa, Bernardito
Azúa, asistió a una de las celebraciones en las que el cuerpo de la santa se
encontraba expuesto.
Tradicionalmente,
la Iglesia muestra dificultades para mostrar sus diferencias en público. Sin
embargo, a veces hay excepciones. Las declaraciones del obispo de la Diócesis
de Salamanca y Ciudad Rodrigo, José Luis Retana, evidencian las grietas
internas en cuanto a la forma en la que se está llevando a cabo la veneración
pública. «Es morbo», sentenció ante los periodistas al justificar su rechazo a
esta exaltación de la imagen de santa Teresa.
Su voz es
la más autorizada en la Iglesia local y conviene escucharla, aunque sea para
constatar que no todos comparten la misma opinión dentro del mismo seno. El
propio prior reconocía en las páginas de La Gaceta que había contado con
el respaldo y la participación de numerosos sacerdotes y párrocos que acudieron
en peregrinación, una justificación que contrasta con la postura del obispo.
El año
pasado, la Catedral de Salamanca acogió la exposición The Mystery Man,
que mostraba una reconstrucción fidedigna del cuerpo de Cristo, incluyendo los
golpes que, según los estudios de la Sábana Santa, habría recibido. También fue
un éxito de público y una de las exposiciones más visitadas. Tanto el prior
carmelita como el obispo asistieron a dicha muestra. ¿Alimentaba el morbo esa
exposición, o simplemente se trataba de trasladar un argumento científico a una
representación física? Evidentemente, no es lo mismo un cuerpo real que uno
recreado, pero el debate sobre el morbo sigue siendo pertinente.
La
cuestión no es sencilla. Pero, más allá de los argumentos a favor o en contra,
lo más valioso es constatar la existencia de libertad de expresión dentro del
seno eclesial. A veces, las voces disonantes surgen de la propia jerarquía, y
eso es digno de agradecer, independientemente de que se comparta o no su
criterio.
Todas las
pistas apuntaban a ello, pero ayer se confirmó: la ausencia de cualquier
mención en la web de la Diócesis sobre un evento que acaparaba portadas de
periódicos, webs e informativos a nivel nacional era demasiado evidente como
para achacarla a un simple despiste.
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