23-05-2025
En
el momento de cerrar este billetillo, me encuentro apurando los días para
finalizar mi última activación militar como reservista voluntario. Última ya,
porque el tiempo roedor no perdona, y parece que, según la normativa, he
llegado a una edad provecta para el servicio de armas. Pero mientras, he tenido
el privilegio, el inmenso honor y el gusto de fungir durante los últimos dieciocho
años como oficial de Infantería de Marina en el Tercio de Armada.
Muchas,
muchas, muchas cosas echaré de menos ‒a partir de ahora‒ de este periodo de mi
vida. Y entre ellas un número no escaso tienen que ver con el ámbito religioso
de aquí, de San Fernando, de Cádiz, de Andalucía. Detalles que añoraré
ineluctablemente porque sólo aquí los he vivido y son propios de esta tierra.
Me
llevo en mi corazón los templos de la Isla; pero especialmente, aquellos donde
tantas veces he oído misa o he rezado el rosario: la capilla del Quartel de
Batallones de Marina, sede del TEAR, con su imagen de san Juan Nepomuceno, patrón de la Infantería de Marina española; mi parroquia vaticana y castrense de San Francisco o mis Carmelitas Descalzos, donde está la hermosa imagen
de Nª Sª del Carmen Coronada, patrona de San Fernando y de
la Armada (ante la que tantas veces estuve postrado, especialmente antes de
embarcar para maniobras). Precisamente la omnipresente devoción a la Virgen del
Carmen (con imagen en todas las iglesias de la ciudad) será una de las
asociaciones que no olvide de San Fernando.
Al
igual que la devoción del Santo Rosario: sabes que antes de la misa de la tarde
en todos los templos se reza (esto me recuerda a Santander, mi otra ciudad
marinera, mi otra ciudad de adopción), así que puedes elegir. Y hablando de
rosario, tampoco olvidaré la forma propia que tienen de rezarlo por aquí,
incluyendo siempre un «Ave María Purísima – Sin pecado concebida» tras el
gloria de cada misterio y respondiendo a la letanía «María, Madre de Gracia y
de Misericordia» con un simpático «En la vida y en la muerte, ampáranos,
Señora». Alguna vez que me invitaron a dirigirlo me confundí con esas
peculiaridades y los despisté…
Y
sin dejar devociones, siempre me llamó la atención la ostentación pública del
amor y respeto al Sagrado Corazón de Jesús que se tiene en esta ciudad. Además
del azulejo gigante que adornó la fachada del monumental y
majestuoso edificio del Ayuntamiento, y que tras la última reforma
ya en este siglo se trasladó a la
pared ‒precisamente‒ de la iglesia de san Francisco, una enorme estatua está a él consagrada en el
Paseo del General Lobo o Glorieta del Tren (por encontrarse enfrente de la
estación).
Si
de azulejos hablamos, otra remembranza que me acompañará de esta tierra es la
costumbre ‒esta sí más común a toda Andalucía‒ de adornar las puertas de las
casas con imágenes religiosas en losetas cerámicas policromadas, como pequeños
altarcillos; además de las frecuentes ya citadas Vírgenes del Carmen o Sagrados
Corazones, otras advocaciones marianas (Soledad, Rosario, Esperanza…), muchos
Nazarenos y santos de la preferencia particular de la familia propietaria (San
Judas Tadeo, San Andrés…). Tan hermosa costumbre te permite ir por la calle
ofreciendo constantemente pequeñas jaculatorias u oraciones.
En
lo que a Semana Santa se refiere, quizá no muchos detalles sean tan distintos,
pues ya sabemos que en nuestra Salamanca se van haciendo cada vez más
frecuentes los modos andaluces. Sí se me antoja destacable la costumbre pascual
‒ahora en su pleno apogeo‒ de colgar grandes cartelas o lonas en las fachadas
de los templos con la imagen del Cristo y de la Virgen de quienes son sede
canónica. Con esos nombres de reminiscencia tan andaluza, como María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad…
Muy
acogedor (y que extrañaré mucho, por los ratos allí pasados) es el bar de café
y copas de ambiente cofrade La cerería.
Aparte de que en la televisión están pasando permanentemente vídeos de
procesiones o conciertos de música de bandas, se quema incienso toda la jornada
y grandes imágenes barrocamente enmarcadas adornan las paredes. Tanto en la
barra ‒bajo el cristal‒ como en los marcos de esos cuadros o en grietas de las
paredes o las esquinas hay un verdadero museo incontable de estampitas…
0 comments: