14-05-2025
He
querido ilustrar este artículo con una foto hecha por mí, con cámara (qué era
eso), en el principio del pontificado de Francisco, en la eucaristía de
conclusión de la peregrinación cofrade por el Año de la Fe en mayo de 2013,
como bien se aprecia en la información que muestra la imagen.
Cuántas
veces he aludido en mi vida cofrade y diocesana a la homilía de aquel día, que
me marcó sin duda y que provocó (y sigue provocando) que viva mi condición
cofrade como una verdadera vocación. Gracias papa Francisco, por valorar y
poner en valor la religiosidad popular, la piedad popular y las cofradías y sus
cofrades. Desvelaba hace poco Marcelino Manzano (delegado de hermandades y
cofradías de Sevilla), que, al ir a presentar las conclusiones del reciente
congreso, el Santo Padre pidió disculpas por una expresión utilizada meses
antes al recibir a los responsables del Jubileo de las Cofradías que se
celebrará esta semana, donde calificaba a los sevillanos de «chiflados de
Dios». Ojalá, en el mejor sentido, fuéramos unos chiflados de Dios.
Y
quiere Dios, que al igual que Francisco empezó su pontificado con un Año de la
Fe ya en marcha y con una peregrinación cofrade, el Papa León XIV, comience su
pontificado con la presencia de las cofradías en Roma y alguna de sus imágenes
más significativas, varias llegadas de nuestro país. ¿Casualidad? ¿Providencia?
Seguro que tiene mucho que decirnos como cofrades y sobre todo como cristianos.
Esperamos con alegría y esperanza sus primeras palabras a los cofrades, seguro
apropiadas, como lo fue la homilía de Francisco aquel 5 de mayo.
No
voy a hacer ningún comentario del Santo Padre, de los miles que ya se han hecho
por propios y extraños. Como nos gusta «pontificar, encasillar y clasificar» a
todos.
Solo
voy a referirme a su lema episcopal que mantiene como pontífice: «In Illo uno unum», que nos viene que ni pintado, somos
uno en Cristo, aunque seamos muchos y muy diferentes, los cofrades también,
pero no mejores ni peores, ni cristianos de segunda. Así lo creo y así lo vivo,
como decía san Pablo en su primera carta a los Corintios «lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos
los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es
también Cristo».
Este
mensaje de unidad, que proviene del mismo Cristo, no puede ser ocultado por las
pequeñas diferencias que podamos tener, pues el «Buen Pastor» nos lo recordaba
este pasado domingo, «El Padre y yo somos uno».
Pidamos
por el Papa León XIV, que el Espíritu le ilumine para guiar al Pueblo de Dios
como su pastor, el que cuida de sus ovejas, que las conoce y ellas le conocen a
él. También a las ovejas cofrades, a veces modorras, otras descarriadas, pero,
al fin y al cabo, ovejas.
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