viernes, 20 de junio de 2025

El grito del silencio (I)

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Ramiro Merino

La Hermandad Franciscana tiene entre sus objetivos concienciar sobre la persecución de los cristianos en el mundo | Fotografía: Pablo de la Peña

20-06-2025
           

en la cruz infinita

mueren todas las vidas

                  maltratadas

Camino de imperfección

(Todo está consumado)

  

Una terrible noticia recorrió días atrás los titulares de algunos medios, bien es cierto que con distinta suerte y tratamiento; de hecho, no ha transcurrido una semana desde que se produjo y la repercusión apenas se percibe ya ―la actualidad política nacional, por una parte, y la internacional (Israel, Irán) acaparan sin duda el interés de la inmediatez―. Me refiero a la masacre de cristianos que, de nuevo, se ha producido en Nigeria, en la madrugada del 13 al 14 de junio, cuando unos doscientos cristianos fueron asesinados por yihadistas fulani (una etnia que se ubica en el Sahel, desde Senegal al Camerún y que lleva mucho tiempo cometiendo asesinatos masivos de cristianos). Se perpetró con nocturnidad y un ensañamiento indescriptible: fueron quemados vivos, acuchillados y rematados con disparos. Se trataba de personas desplazadas que habían sido alojadas en alojamientos temporales, huyendo de la violencia. Al grito de «Allahu Akhbar» (Dios es grande) los radicales irrumpieron en plena madrugada y descargaron su ira desbordada.

 Al parecer, esa misma tarde habían intentado asaltar la iglesia de San José de Yelewata y habían sido repelidos por la policía. Pero este cuerpo policial no debe de ser suficientemente numeroso y eficaz, por lo que, al no poder arrasar el templo, la jauría se dirigió poco después a la plaza del mercado, donde prendieron fuego a las puertas del alojamiento e iniciaron la brutal orgía de muerte y destrucción. Algunos salvaron la vida milagrosamente, lo que nos permite conocer detalles de la espantosa escena, con cadáveres diseminados por todas partes. Y al escribir «cadáveres», léase: hombres, mujeres, padres, madres, ancianos, niños, bebés.

No poseo un conocimiento extenso del tema, pero de lo que he podido recopilar de fuentes fiables y diversas, puedo extraer algunas conclusiones avaladas por datos y cifras. La primera, sin duda, es que Nigeria viene siendo un escenario recurrente:  el 74% de los asesinatos de cristianos en el mundo, durante 2024, se ha producido en este país (3.300 de los 4.476). Curiosamente el genocidio cristiano muestra su mayor crueldad e intensidad durante la Semana Santa. En los días en que los cristianos rememoran el asesinato y la resurrección de Jesucristo se multiplican los secuestros, las violaciones, los asesinatos, la destrucción de viviendas. Todo coordinado y ejecutado por milicias islamistas fulani.

Es cierto ―y esta sería la segunda conclusión― que las razones son mucho más complejas y que no se puede simplificar el problema. No siempre son únicamente religiosos los motivos. Y aquí se implican no solo los radicales islamistas, sino otros grupos entre los que se suman cristianos o animistas de una etnia que asesinan a cristianos o animistas de otra; o yihaidistas que matan a musulmanes de sectas sufíes o a cristianos ugandeses o congoleños. La casuística es abrumadora, espeluznante, desoladora. Un recorrido sucinto daría para un estudio que supera con creces las pretensiones de este artículo ―no descarto volver sobre ello―. Lo cierto es que el componente religioso no es el único que explica tanta muerte. Reproduzco estas palabras que podrían acercarnos bastante a un análisis certero: Convencer al público que su guerra es puramente religiosa (y pura) y no un cúmulo de intereses económicos y territoriales que no necesariamente deben vincularse con la fe. Porque el yihaidismo armado en África no es solo religión: es poder, violencia, riquezas, control, dominación sobre poblaciones cristianas, musulmanas y animistas (...) el enemigo, en muchas ocasiones, se mueve impulsado por instintos salvajes o intereses materiales que se ocultan bajo una falsa apariencia de piedad.

Ahora bien, y ya lo proclamó el papa Francisco, hoy hay más cristianos perseguidos que en los primeros siglos, bajo el Imperio Romano. Ninguna religión es más perseguida. La sangre derramada por tantos que abrazan la cruz en un acto de amor extremo debe interpelarnos y sacudir nuestra conciencia, además de movernos a una oración profunda y permanente.



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