miércoles, 18 de junio de 2025

Via Eucharistiae [Compendio eucarístico]

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P. Lino Herrero Prieto CMM

La cena en la aldea de Emaús, esmalte realizado por la hna. Maria Johanna Senn CPS

18-06-2025

 

[1] Eucaristía e Institución

En la víspera de su entrega no nos dio Cristo algo distinto de sí, sino que se nos dio él mismo por entero, pidiendo que el memorial de aquella entrega hasta el extremo se perpetuara en el tiempo. Es la Eucaristía aquella genial invención divina y sorprendente institución, por la que Cristo se queda entre los suyos hasta el final de los tiempos como amigo de sus vidas.

[2] Eucaristía y Fe

De forma mancomunada los sentidos del cuerpo parecen confirmar que estamos ante solo pan y vino; pero otro sentido nos asegura estar frente al verdadero Cuerpo y Sangre del Señor. Es la Eucaristía aquel sacramento admirable, que pide del creyente poner en ejercicio la virtud de la fe, asintiendo con el entendimiento y confesando con la lengua: Amén. Creo.

[3] Eucaristía y Presencia

Bajo la muy simple apariencia de pan blanco y de vino rojo se halla oculto, pero real y verdaderamente, sin figura ni metáfora, el mismo Cristo. Dios está aquí. En el misterio de la Eucaristía se opera la más alta concentración de aquella presencia, que es principio de consistencia y fuente de sentido para todo huérfano, que se siente desnortado y desintegrado.

[4] Eucaristía y Cercanía

No es el sagrario una especie de cámara, donde se guarda una misteriosa presencia, fría y distante. Es el sagrario una despensa, donde queda al alcance de la mano lo que todo creyente necesita para el camino de su cotidiano vivir. La presencia de Cristo en la Eucaristía sacia las aspiraciones del cristiano, porque es cercanía benevolente y condescendiente.

[5] Eucaristía y María

En cada celebración de la Eucaristía la mano de María nos lleva a Nazaret, donde el Verbo se hizo carne, poniendo para siempre su tienda en nuestro campamento; y nos encamina hacia Belén, donde nació de ella el pan vivo bajado del cielo. Espera la Madre nos acerquemos nosotros al aroma de ese pan bendito, como en su día lo hicieron ángeles, pastores y magos.

[6] Eucaristía y Sacrificio

Instituida por Cristo la víspera de su pasión y muerte, en la Eucaristía se actualiza aquel sacrificio de amor, por el que Cristo, prestando a los suyos el mejor de los servicios, se entrega hasta el extremo de dar su vida por ellos. Expira el Cordero degollado y empieza a respirar aliviado el rebaño; se deja herir el Pastor y quedan sanadas las llagas de las ovejas.

 [7] Eucaristía y Comunión

La vid hace llegar feliz su savia hasta el último de los sarmientos y éstos se gozan de recibir el ansiado aporte de vida. Maravillosa comunicación la que se da en la Eucaristía: los cristianos entran en comunión de vida con Cristo, dándole, a su vez, la oportunidad de unirse con ellos. Intercambio pleno de alegrías: se gozan los cristianos, Cristo respira feliz.

[8] Eucaristía y Alimento

En el pan de cada día resume el ser humano la solución de todas sus necesidades. Para los creyentes la Eucaristía no es un dulce para los días de fiesta ni un premio para los buenos, sino su alimento diario, con el cual poder seguir caminando sin desfallecer. Pan cotidiano, pero inédito a la vez, pues sabe al amor de un pastor que se hizo pasto del rebaño. 

[9] Eucaristía y Corazón

Dios es amor. Tanto fue lo que Dios amó al mundo, que le entregó a su propio Hijo. Dándose Dios en el Hijo, queda Dios expropiado y vacío, incapacitado de poder darnos más. En la Eucaristía se da la más alta concentración de amor: el de aquel pastor único, que poniendo en riesgo su vida, sale a buscar la oveja perdida, para echársela a hombros de su corazón.

[10] Eucaristía y Sintonía

En la Eucaristía se opera un conmovedor proceso de sintonía de corazones. El Corazón de Cristo late acelerado ante toda necesidad y miseria humanas y el hombre se ve impelido a acompasar el ritmo de su corazón con el de Cristo. Mientras Cristo hace suya la pasión del hombre, éste, a su vez, se ve urgido a hacer suyas las actitudes del Corazón de Cristo.

[11] Eucaristía y Palabra

Aunque dos sean las mesas, desplegadas ante los comensales en la Eucaristía, uno sólo es el alimento que se sirve: Cristo. En la primera - la de su palabra - arde el corazón; en la segunda –la de su cuerpo y sangre– los comensales reconocen a Cristo al partir el pan. No sería de recibo que los invitados le dejaran a Cristo plantado con las mesas puestas.

[12] Eucaristía y Caridad

También está Cristo presente en el hermano. Lo que a este hacemos, a Cristo se lo hacemos. Es la Eucaristía la mejor escuela de caridad, servicio y amor al prójimo, pues en ella, aleccionados por el ejemplo mismo del Maestro, los discípulos aprenden a compartir el pan con el hambriento, a lavarse los pies unos a otros, a ser samaritanos y cirineos de todos.

[13] Eucaristía y Contemplación

Quizá no haya algo más normal y ordinario que el pan. Y, sin embargo, formidable es la carga de significación que se esconde detrás de cada pedazo. Así, en la pasmosa normalidad del pan de la Eucaristía contemplamos admirados la presencia misteriosa de Dios. Contemplación es el arte de reconocer a Dios presente en el estruendo de los avatares de la vida diaria.

[14] Eucaristía y Misión

Enviada por Cristo, la Iglesia ha recibido el encargo de sembrar por doquier la mejor de las semillas: la del Evangelio. Al contenido nuclear de esta encomienda también pertenece celebrar la Eucaristía en memoria suya. Por la fidelidad a esta misión, espera el Señor de la mies que muchas sean las gavillas, que puedan ser almacenadas en el granero del cielo.

[15] Eucaristía e Iglesia

Los que somos miembros de su Cuerpo encontramos en Cristo, nuestra Cabeza, la fuente de nuestra vida, el principio rector de nuestra actividad y el punto de referencia de nuestra cohesión. Y si Cristo se identifica con la Eucaristía, se entiende que la Iglesia nazca de ella, encuentre en ella su consistencia, viva de continuo desde ella, sufra por ella y esté a su servicio.

[16] Eucaristía y Unidad

Así nos ha soñado Cristo: diversidad de pueblos, pero un solo Dios y Padre; multitud de discípulos, pero un solo Señor y un solo bautismo; muchos creyentes, pero una sola fe y una sola asamblea. Granos dispersos por los montes del mundo, pero solo un pan de Eucaristía, que viene a ser el principio vinculante de la unidad de los cristianos en una sola Iglesia.

[17] Eucaristía y Culto

No es la Eucaristía una cosa muy sagrada, situada en una transcendencia inaccesible, sino una persona muy querida, que, sin calcular los riesgos, se ha acercado a nosotros con amor, en pasmosa condescendencia. Planteadas así las cosas, nuestro culto a la misma no puede ser sino una exagerada respuesta de amor, exenta de toda vil tacañería y cálculo ruin.

[18] Eucaristía y Adoración

De rodillas, ante el sol radiante de la Eucaristía, queda el alma bronceada, alcanzando el hombre su verdadera talla. La adoración no es sino tener el valor de perder el tiempo, para recuperarlo multiplicado, quebrando ante Dios el frasco de lo mejor de uno, para que así el olor del perfume se extienda por toda la casa de la Iglesia y se meta por los rincones del mundo.

[19] Eucaristía y Banquete

Acierta el juglar de Dios al decir que Cristo es para el hombre melodía en los oídos, miel en los labios y alegría en el corazón. Ese es el mismo que en la Eucaristía ha preparado un banquete, en el que él se ofrece como alimento de alegría y en el que los invitados son urgidos a salir debajo de la mesa, para sentarse a la misma y gozar del pan destinado para los hijos.

[20] Eucaristía y Sangre

Cristo ha dispuesto que para la fiesta de sus bodas con la Iglesia se sirva un vino de la mejor calidad. En la bodega de la Eucaristía se guarda, para ser repartido sin tasa entre los invitados, el vino nuevo de la salvación. Es la sangre de Cristo, precio pagado por nuestro rescate y poderoso disolvente, con el que poder blanquear las túnicas de nuestras existencias.

[21] Eucaristía y Muerte

Un trozo de pan es el resultado final de un proceso de destrucción en cadena: se pudre el grano sembrado, se siegan y trillan las espigas, lloran silenciosos los granos en el molino, se amasa y cocina la harina, se corta el pan en pedazos. Entendemos así que en la Eucaristía se nos dé concentrada aquella admirable muerte, que nos aporta vida nueva y plena.

[22] Eucaristía y Vida

Desde el día del injerto bautismal la savia de Cristo, enriquecida de nutrientes, corre por las venas del creyente. Desplegando todo este potencial, el sarmiento está llamado a producir los frutos esperados. La Eucaristía va dejando caer entre las piedras del más acá del hombre semillas de vida nueva, llamadas florecer con esplendor en el más allá de Dios.

[23] Eucaristía y Esperanza

Anda el hombre buscando una fuerza, que sea capaz de hacer saltar sus cadenas y romper todos sus cercos; que le posibilite escapar de los callejones sin salida y le haga crecer alas a los pies para volar. La Eucaristía alimenta la esperanza, haciéndole soñar al hombre con aquellas praderas de sentido, en las que queden superadas sus contradicciones y angustias.

[24] Eucaristía y Mundo nuevo

Pese a todas las oleadas de caos, que no dejan de bañar las playas de la creación, ésta salió como un cosmos ordenado de las manos del Creador. Al final, será también Dios mismo, quien la devuelva a la armonía primera. Es la Eucaristía anticipo y arras de aquel mundo nuevo, donde Dios nos hará sentar a la mesa y, ciñéndose los lomos, nos servirá la comida.



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