martes, 10 de junio de 2025

Posible gesto de caridad

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 J. M. Ferreira Cunquero

Foto: jmfcunquero

10-06-2025

Si le quitásemos a las cofradías el apartado caritativo que deben promover como uno de sus principales propósitos, ¿qué quedaría?, ¿qué justificaría su existencia en este tiempo que nos está tocando vivir?

El valor de la vinculación religiosa a conciencia lo aparto de esta reflexión, evitando entrar en esos territorios personales que nunca deben caer en menosprecio alguno, cuando media la religiosidad popular que nace desde el corazón creyente. Otra cosa sería efectuar algún tipo de análisis sobre lo que deberían suscitar los cuadros dirigentes, respecto a esa actividad formativa, que posiblemente no acaba de valorarse en la medida que puede ser necesaria.

Claro que, por lo que se cuenta de los lamentables cursos de formación ofrecidos por esta diócesis para aspirantes a dirigentes, poco puede esperarse del futuro cercano sobre esta temática que debería ser tomada con la seriedad que se merece.

Pero el asunto de la caridad si puede poner en valor la profunda e importante obligación cofrade que se lleva a cabo en esta época tan variopintamente egoísta que padecemos. Que las cofradías dentro de sus posibilidades ejercen esta labor caritativa de forma continuista, seguro que sí. Cada una en la medida de sus posibilidades va solventando el compromiso reflejado en la normativa particular, que propugna el fin caritativo, como uno de los principales signos cristianos que han de tenerse en cuenta.

El problema para cumplir con esta obligación moral, surge cuando una cofradía ha de acometer importantes costas ocasionadas por la procesión de turno o por las adquisiciones patrimoniales, generadas bajo el prisma innovador, que a veces  obliga a relajar el compromiso de la caridad que se preconiza.

Desde hace tiempo vengo dándole vueltas a este asunto, buscando la forma en que todos los cofrades unidos de una manera clara en el único objetivo de la caridad, confluyésemos con una mínima cuota anual, en un proyecto único, que revelase moralmente nuestra condición cofrade.

Todo comenzaría en una propuesta que se llevase a cabo en el seno de la Junta de Semana Santa, para que todas las congregaciones, hermandades y cofradías lo expusieran en sus plenos.

Se pediría añadir a cada cuota cofrade la cantidad de dos euros, que serían destinados a una bolsa de caridad común, para ser entregada cada año a la entidad relacionada con la Iglesia que se eligiese.

Ya sabemos que los impagos proliferan y que hay un buen número de cofrades que sin pagar cuota alguna, se aprovechan de la falta de penitentes para vestir el hábito, con una falta de respeto intolerable hacia la cofradía. Pero esto no debería menoscabar el posible interés que puede albergar este proyecto sencillo, pero posiblemente necesario.

Si se afirma que somos unos cuantos miles de cofrades, es fácil valorar el dinero que podría reunirse. La idea ahí queda por si alguien tiene la aventurada osadía de intentar ponerla en práctica.




 

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