viernes, 3 de octubre de 2025

El tránsito de san Francisco

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F. Javier Blázquez

El tránsito de san Francisco, pintura mural en la Parroquia Aserrí, San Luis de Tolosa

03-10-2025

Durante la noche que transcurrió entre el 3 y el 4 de octubre de 1226, el santo de Asís, conocido como el Poverello, realizó su último viaje, el del encuentro definitivo con el Padre. El tránsito de san Francisco es recordado como el día grande del franciscanismo, pues el hombre del que dicen se pareció como ninguno a Cristo, dejó atrás las miserias de este mundo para gozar eternamente de la presencia divina. La Historia del Arte nos ha dejado infinidad de testimonios sobre estos momentos, igual que de los eventos acaecidos durante los últimos años de su vida, que se sucedieron, uno tras otro, en años consecutivos. Son el belén de Greccio, las llagas y la composición del canto de las criaturas, cuyo octavo centenario estamos celebrando en estos momentos.

La vida de san Francisco de Asís tiene muchas lecturas y va bastante más allá de las florecillas a las que muchos la han querido reducir. La Pasión de Cristo, que es también la Pasión del Hombre, ocupa un lugar primordial en su periplo terrenal. El viaje, más bien peregrinación, a Tierra Santa en 1219 ya supone un primer contacto, intenso, directo, real, con los escenarios donde transcurrieron los episodios de la pasión y muerte de Jesús el Cristo, culminados con su gloriosa resurrección. Este hecho, unido después a la institución de la Custodia Franciscana de Tierra Santa para el mantenimiento de los cultos en los Sagrados Lugares, contribuye decisivamente a la formación y divulgación del rezo cuaresmal por excelencia, el santo viacrucis, que todas las cofradías penitenciales han hecho suyo para preparar el camino hacia la Pascua.

Los estigmas de la Pasión, las llagas que tan presentes están en la heráldica franciscana, son también otro signo que une íntimamente el franciscanismo con la Pasión de Cristo. Esta concomitancia tiene mucho que ver con la extensión, por parte de los franciscanos, de las devociones vinculadas a la Santa Cruz. Las reliquias del Lignum Crucis y su veneración, unidas con frecuencia a la fundación de cofradías de la Cruz, santa y vera, acaban teniendo siempre un origen franciscano.

Con estos elementos, es fácil comprender por qué el franciscanismo se convirtió en el motor fundacional de las primeras cofradías de penitencia al amparo de la Cruz Santa. Sin ir más lejos, las dos más antiguas de Salamanca tienen un origen seráfico. Vera Cruz y Jesús Nazareno, que implica la devoción de la cruz a cuestas, nacen en el convento de San Francisco. Los franciscanos, además, siempre han estado dispuestos a acoger a los cofrades. Hace cien años, en el mismo convento de San Francisco, regentado ya entonces por los capuchinos, se establece la Seráfica Hermandad del Cristo de la Agonía. Y más recientemente, aunque no sea sede canónica los vínculos son notorios, la Hermandad Franciscana realiza allí una parte importante de su actividad.

Por todo ello, la celebración del tránsito de san Francisco es una fecha de referencia para el ámbito cofrade. De manera directa o indirecta, las cofradías penitenciales se nutren del sustrato franciscano. Conviene tenerlo presente para celebrarlo y dar gracias por la vida de este hombre que, en las tierras de la Umbría, a principios del siglo XIII, revolucionó la historia de la Iglesia y renovó su espiritualidad, haciéndola ante todo mucho más humana.

 


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