Si
caprichoso es el calendario y rica la liturgia, riqueza y capricho se han
hermanado en este 2025 para ampliar la perspectiva de las asambleas que nos
reunimos para celebrar el domingo, sin el cual no podemos vivir. Si allá por el
2 de febrero la fiesta de la Presentación del Señor, con su bendición y
procesión de las candelas, predominó sobre el cuarto domingo del tiempo
ordinario, el décimo tercero dejó paso el 29 de junio a la solemnidad de los
santos apóstoles Pedro y Pablo y el reciente 14 de septiembre la fiesta de la
Exaltación de la Cruz postergó al vigésimo cuarto. Para el domingo 2 de
noviembre celebraremos la conmemoración de los Fieles Difuntos y al siguiente,
domingo 9, la fiesta de la Dedicación de Letrán, catedral de Roma. Morado y
blanco darán descanso al verde.
Sin
embargo, no predominan sobre el domingo unas jornadas particulares que bien
merecen un recuerdo, y que paradójicamente no aparecen en la relación del
Calendario Litúrgico-Pastoral 2024-2025 editado por la Conferencia Episcopal
Española. Las diócesis acostumbradas a cambiarlas cada 5 de octubre, por
coincidir con san Froilán (Lugo, León) o san Atilano (Zamora, Tarazona), sí han
encontrado fecha alternativa en su calendario propio.
Me
refiero a las Témporas, sobre las que se lee esto en las
letras rojas del Misal, las tantas veces olvidadas rúbricas: Las Témporas son días de acción de gracias y de petición que la comunidad
cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas,
al reemprender la actividad habitual. Se celebrarán, al menos, el día 5 de
octubre (o el día 6, cuando el día 5 sea domingo), y, siempre que sea posible,
es aconsejable celebrarlas también otros dos días de la misma semana.
Herencia de las témporas estacionales, cuatro veces al año, y cada una de
ellas durante tres días, nos hallamos ante esta ocasión para orar a Dios al
comienzo del otoño. El esquema de triduo contempla una primera jornada dedicada
a la acción de gracias, una segunda a la penitencia y una tercera a la
petición, aprovechando escogidos textos de la Palabra de Dios y los formularios
de misas por diversas necesidades.
Traídas a nuestra realidad semanasantera, como cofrade de la Vera Cruz, no
puedo omitir la reiteración en la acción de gracias por el ministerio
sacerdotal de don Pedro López García, durante casi veinticuatro años capellán
de nuestra hermandad decana, ni la petición para que el Señor envíe pronto un
obrero con manos consagradas a su mies del Campo de San Francisco, y con ello
muchos obreros, de las diversas vocaciones, a este campo tan apasionante de la
religiosidad popular.
Acción de gracias por los que salen a la calle tras la cruz, dando un
testimonio profético en cada procesión, sin duda con sus sombras y desaciertos,
pero también con sus luces y valentía, y petición para que, como Iglesia, sin prejuicios
ni caricaturas, cuidemos esta hermosa expresión de la fe, manifestada en el
espacio público y puesta ante los ojos de los que dejaron de mirar.
Acción de gracias por la elección de Salamanca como sede del encuentro
nacional de cofradías para el año próximo y petición para que lleguemos a
entonces verdaderamente reencontradas y reconocidas, activas y comprometidas,
en nuestra Iglesia local, que por ahí, por aquí, se empieza.
Acción de gracias por el esfuerzo en la propuesta formativa diocesana para
los cofrades, retomada ahora, y petición para que dé frutos, sin que la forma
impere sobre el fondo, y sin que la letra deje sin sentido al espíritu, en
fidelidad a nuestras valiosas Normas Diocesanas de Cofradías.
Acción de gracias por poder seguir en esta brecha de Pasión en Salamanca y petición para no confundir demasiado el culo
con las témporas, otras témporas, en lo que por aquí vayamos escribiendo, no
sea que suspendamos anatomía y de paso religión.
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