miércoles, 1 de octubre de 2025

Novilladas

| | 0 comments

Álex J. García Montero

Fotografía: Pablo de la Peña

01/10/2025

Llegado septiembre, como de costumbre, podemos vivir dos situaciones. Por un lado, hacemos balance de lo que ha sido una temporada taurina muy intensa. Por otro lado, siendo septiembre y finalizando las Ferias y Fiestas de Salamanca en honor a la Morena sedente olvidada de la Catedral Veterana, ponemos los cimientos del nuevo curso.

Respecto a lo primero, podemos observar en tendidos y sillares que hay unas generaciones juveniles que se muestran muy a favor de la fiesta, por encima de pañuelos (más bien señuelos) palestinos y demás desecho de tienta. El riesgo ordenado, el desafío social, el aseo y pudor, la vivencia de una muerte ocultada décadas atrás, el sentirse hombre y humano… hacen de la Fiesta una experiencia y vivencia únicas. Que tomen nota los de Cáritas Salamanca y demás respecto a donaciones y sensibilidades.

Por otro lado, comenzamos un curso cuanto menos interesante. Todos, especialmente los docentes, nos hacemos preguntas ante el espejo imaginario de nuestra dilatada existencia al respecto. El inicio de curso suele suponer una incertidumbre total. También en lo cofrade y en lo taurino. ¿Se solventarán las antigüedades de los estatutos de la Universitaria? ¿Seguirá la deriva costaloide pululando por San Esteban y anejos varios? ¿Se retomarán los proyectos de fundar alguna hermandad o consolidar como cofradía alguna asociación parroquial de la periferia? ¿Se estructurará un curso de formación cofrade no puteante? ¿Volveremos a excretar decretazos para abortar candidaturas incómodas en la sombra? ¿Será el turismo el único leimotiv que guíe nuestra Junta de Cofradías y Hermandades? ¿Abordaremos de una vez por todas tema de itinerarios, recorridos y días asignados a las salidas penitenciales? ¿Evitaremos las mil y una procesiones en tiempos invernarles de cavernícolas sultanes?

Para ello, en los toros, siempre hubo un espacio habilitado con el fin de ir probándose de verdad. Las novilladas. En esta España nuestra son varias las localidades que siempre tuvieron un prestigioso ciclo novilleril. Villaseca de la Sagra, Algemesí, Arnedo, Arganda del Rey, San Agustín de Guadalix… y también las ferias grandes reservaron sus días para tal fin, destacando alguna novillada en Las Ventas con el certamen «Cénate Las Ventas».

Las novilladas suelen presentarse en pliegos más económicos. Los subalternos cobran menos y el ganado también suele costar mucho menos, pues es más fácil su selección sin agotar la cría en el campo. Pero, la exigencia a los jóvenes es quizás mucho mayor que en otros festejos de plazas de segunda o tercera, pues viendo los sorteos, muchos de los novillos lidiados, especialmente en Madrid, la zona de Cenicientos (el llamado «Triángulo del terror»), o las localidades arriba mencionadas, suponen un reto de muerte a los que se enfrentan a ellos sin haber dejado el biberón de las escuelas taurinas.

Y, sí. Señalo otra contingencia: del hecho de abrir puertas grandes en estos festejos, no se garantiza, para nada, ser contratado en las venideras vendimias y otoñadas taurinas, pues salvo apaños de ultimísima hora, todo está cerrado y el papel cortado y vendido, a pesar de las promesas vacuas. Si no, que se lo digan a los triunfadores del Certamen de Novilladas de Castilla y León, cuyo liberto, el charro-leonés, Julio Norte, ha pagado con sangre su entrega y atrevimiento.

En lo que al llenado de tendidos respecta, quizás estas novilladas de imponente trapío tienen parte de culpa de que poco a poco se vayan poblando de jóvenes que tienen por héroes a seres mitológicos que recuerdan que el Minotauro es más que un mito o una historia o una leyenda. Es el dilema de ser joven para hacer frente a la adversidad y dejar de ser joven para solventarla. En un mundo donde la emancipación juvenil ha sido jibarizada por nuestros políticos, donde Walt Disney y allegados podemoides han infantilizado a muchas generaciones con lo woke y lo políticamente correcto, donde la cancelación de liberales y conservadores ha sido la nota habitual, donde para comer y follar tienes que usar Glovo o globos… las novilladas han supuesto un auténtico revulsivo.

Y, ¿en nuestra Semana Santa? Pues seguimos teniendo a los jóvenes de aguadores y agradaores. Es hora, pues, desde el respeto absoluto al legado de mayores que fueron expulsados de ruegos y sacristías, dejar paso a quienes con pie firme y lejos de cualquier convencionalismo quieren tomar trastos de torear. Porque si algo tiene la gente joven es el arrimarse, un término taurino que significa besar la tragedia (o morrearla), pero que en la Semana Santa tiene un sentido mucho más peyorativo tendente a lo medroso e irrelevante.

Son muchas las actividades, cada vez más, programadas por grupos jóvenes a lo largo del año, y también las realizadas con infantes en fechas relevantes como la Navidad. Pero observamos cómo, fuera de la Navidad, los niños no son bienvenidos en cofradías y hermandades, y los jóvenes buscan medrar en juntas y platajuntas. A veces sufren desilusiones por ser empleados egipcios en campañas no procesionales o en jornadas electorales cuchilleras.

Por ello, no estaría de más recuperar las novilladas en las cofradías; es decir, hacer procesiones para jóvenes o que tengan su protagonismo dentro de los propios actos de cada hermandad más allá de las priostías y las liturgias tridentinas. Actos como las cruces de mayo han sido el soporte generacional de numerosas corporaciones penitenciales. Porque el arrimarse brota de la ilusión de sentirse reconocido en plazas que quizás no sean de primera, pero que suponen una verdadera tienta del valor y del arrojo para estos novilleros que están empezando a gustar del trasteo ordenado de la tauromaquia vespertina. Y, sí. Se cargaron la liturgia de la Cruz de Mayo para introducir tediosas, aburridas e interminables misas kumbayá que poco o nada trasmitieron a nuestros jóvenes. Si somos capaces de que carguen un paso, como felizmente procesionan en algunas hermandades, se formen en la vida cofrade, participen y gestionen parcelas propias, y además lo integramos en un posible catecumenado de confirmación, estaremos apoyando novilleros cofrades que sustentarán la tauromaquia de un presente no muy halagüeño, al menos en lo que a Iglesia católica se refiere. Las pastorales post conciliares, aquelarres de progresismo e iconoclastia a partes iguales, ya no calan en nuestros jóvenes. Las viejas liturgias dieciochescas vuelven a sillares y tendidos; también a las calles, plazas y capillas de cofradías. ¿Dijo usted catequesis en cofradías para recibir sacramentos? ¿por qué no? Mejor soñar despiertos que sufrir pesadillas dormidos. Les aseguro que, en cualquier caso, nuestros jóvenes y jóvenas, que diría mi amigo y hermano de cofradías, el emérito catedrático salmanticense orgullosamente babiano José Luis Marcello y Barriada, están despertando. No hace falta ponerles despertador, solo el desayuno. La Iglesia progre (y mugre) ha pecado de poner muchos despertadores atrasados y tazones vacíos a nuestros sucesores.

Lo dicho. Novilleros. ¡Y con mucha honra!



0 comments:

¿Qué buscas?

Twitter YouTube Facebook
Proyecto editado por la Tertulia Cofrade Pasión