Desde tiempos inmemoriales, la Semana Santa ha sido mucho más que
una simple conmemoración; es una manifestación profunda de fe, piedad y amor a Dios
que se vive en cada rincón de nuestras almas y en cada acto de nuestra cultura
familiar. Para quienes han tenido la bendición de crecer en un entorno donde la
devoción y la tradición se entrelazan, esta semana sagrada representa un
momento de unión, reflexión y entrega total a lo divino.
La historia de José Ángel Cortés Ramos comienza en un momento muy
especial, cuando su hermana Pilar y él, siendo niños, venían desde Madrid e
iban juntos a alumbrar a la Virgen de la Soledad junto a su madre Inés, alma de
esta devoción. En aquella época vivían en Madrid y nunca fallaban a esta cita. Aquella
experiencia, llena de emoción y fervor, fue el primer paso en un camino que los
ha llevado a convertirse en cofrades en el año 1997. Desde entonces, la fe ha
sido el bastión que sostiene su familia y la Semana Santa su corazón
palpitante.
A lo largo de los años, su compromiso con la devoción se ha
fortalecido y ampliado. Actualmente, son hermanos de varias cofradías que los
llenan de orgullo y gratitud: la Hermandad de Nazarenos de Nuestro Padre de
Jesús del Perdón y Santísimo Cristo de la Agonía, la Hermandad de la Soledad,
la Hermandad de Amor y Paz y la Archicofradía del Rosario, vinculada a los dominicos.
Cada una de estas hermandades representa un acto de amor, sacrificio y entrega,
que los invita a vivir con intensidad cada paso del camino hacia la pasión, muerte
y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Su hijo Hugo y su sobrina Julia, desde que nacieron, han sido
parte de esta gran familia de fe. Desde pequeño, ha acompañado a su madre en
las procesiones de la Soledad y del Perdón, aprendiendo con su inocencia y su
corazón puro el significado profundo de la devoción. Desde 2023, Hugo también
forma parte del grupo de hermanos de Amor y Paz, una muestra de cómo la
tradición se transmite de generación en generación, fortaleciendo los lazos
familiares y espirituales.
Lo que sienten en su interior es una emoción inmensa, que brota
desde lo más profundo del corazón. La música sacra, los pasos que se mueven con
solemnidad y devoción, y la presencia de la multitud que los acompaña en cada
procesión, les llenan de una alegría que trasciende lo material y les acerca
más a Dios. La Semana Santa no es solo una semana en el calendario; es un
proceso que dura todo el año, un camino de preparación, reflexión y entrega que
se vive con intensidad en cada acto y en cada pensamiento.
El Jueves Santo, por ejemplo, es un día de preparación y unión. A
las 8:30 de la mañana, José Ángel, Pepe, se reúne en el corral de Guevara con
otros cofrades para tomar los limones serranos, símbolo de su tradición y de la
sencillez que caracteriza su fe. Luego, realizan el retranqueo del Prendimiento,
donde prueban la carga del paso del Cristo de la Agonía, asegurándose de que
todo esté en orden para la gran jornada. Después, regresan a casa para
descansar y prepararse para lo que vendrá.
El Viernes Santo es un día de recogimiento y preparación
espiritual. Por la tarde, se desplazan para acompañar a la Virgen en su
recorrido por el interior de la Catedral, una tradición que, aunque ha cambiado
en los últimos años, sigue siendo un momento de profunda emoción y devoción. A
las 22:00 horas, montan la carga, colocan los pasos en su lugar y esperan con
paciencia y fe el momento de salir a las calles, llevando en sus corazones la
esperanza y la pasión por Nuestro Señor.
El Sábado Santo, en cambio, es un día de descanso merecido. La
carga de los pasos, especialmente para los cargadores, es una tarea ardua y
pesada, que requiere de mucha fuerza física y espiritual. Es un momento para
reflexionar, agradecer y prepararse para la gran celebración de la
Resurrección.
En cada uno de estos días, la presencia de Dios y la fuerza de la
comunidad nos llenan de una paz que solo la verdadera fe puede ofrecer. La
Semana Santa, más allá de sus procesiones y actos externos, es un testimonio
vivo del amor divino, una oportunidad para renovar nuestro compromiso con Dios
y con nuestra cultura familiar, que se fortalece en la oración, en la música
sacra y en la unión de corazones que comparten un mismo sentimiento.
-7.jpg)



0 comments: